...De repente el rugido del viento calló su ronca voz
y el helado mar ya no abanicaba sus olas sobre mí,
sobre las islas el tímido sol amaneció
despejando el cielo que se había enlutado en Abril…
En aquel desierto de decepción ya no se oye el proyectil,
ni el fantasma del terror volverá por mi arma,
esa arma que escapó de mis manos cuando caí,
esa misma que utilicé para robarle al enemigo su alma…
esa misma, una sentencia me parece decir…
Pero no, hoy el día amaneció cálido de mañana
y me encontré con aquel que me salvó.
Me llevó a dar un vuelo por sus montañas,
pero no sentía el ronronear de su motor…
Me mostró todo aquello que destruimos en batalla
y cómo la gente llora sus pérdidas con dolor
intentando levantar las ruinas de sus casas.
¿Te das cuenta todo el daño que el odio causó?
Ahora ya no sentía de la muerte su amenaza.
Solo sentía que naufragaba en los ojos de mi Salvador.
-¡Llévame hasta aquella gente que llora su desgracia!
-No puedo hacerlo, pues aquella gente llora por vos.
Yo te salvé de aquel infierno que desangra
para no permitir que a tu alma se la beba un dictador,
pero aquí donde has llegado esta mañana
es donde terminan los tiempos... a los brazos de tu Creador…
-
Autor:
Elhen Amorado de Lahvida (Seudónimo) (
Offline) - Publicado: 2 de diciembre de 2025 a las 19:19
- Comentario del autor sobre el poema: Muchos de los que fueron ya no volvieron, pero están en una paz mayor que los que sí volvieron.
- Categoría: Reflexión
- Lecturas: 2

Offline)
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