UNA VIDA HIPÓCRITAMENTE BELLA.

Las verdades elementales

Y a la vez más

Importantes

Caben en

El ala

De un colibrí.

“La vida es bella…” ¿Cuántas veces habremos oído y escuchado esta frase, qué sentimos y pensamos hoy al escucharla? A mí me produce algo que no sé definir bien, que no sé cómo exponer exacta y públicamente cuando escribo al respecto pues tanto me produce desinterés como desprecio e incluso cierta indiferencia por el grado de hipocresía que conlleva en boca de otros. Según yo creo lo que sucede hoy es que la sociedad toda está atascada, paralizada y mientras tanto cumplimos un guion escrito e impuestos desde distintos puntos tanto físicos como políticos y sociales que nos impide reaccionar: Esta sociedad en su inmensa mayoría está sujeta a lo que un sistema guiado y regidos por unos pocos impone, y punto. A veces leo algunos poemas con una cierta reivindicación social e incluso humanística y todo lo que encuentro como respuesta es eso de “Muy bonito poema” lo cual me lleva a pensar que es que no sabe qué leen o ignoran cuáles son las consecuencias de no entender qué se ha escrito.

Leyendo una biografía del escritor y pensador norteamericano de origen africano James Baldwin recordé que mi infancia y antes ni niñez fue pobre materialmente, nunca pasé hambre, cierto, pero sí recuerdo que mis padres estaban sujetos a lo que entonces era una Cartilla de Racionamiento, como las que aún las hay en Cuba, pero al contrario de lo que se podría pensar aquella pobreza nunca me generó, ni a mí ni a nadie de mi entorno, nada que no fuera ganas de vivir con lo que teníamos. Lo que sí recuerdo y valoro en su justa medida es que aquella pobreza no era, no podía ser, manipulable dado de que en aquellos años no había televisión ni otros medios de información en ninguna casa, en la mía no había luz eléctrica ni tampoco agua corriente, en los atardeceres del verano se salía a la puerta de casa y lo que se escuchaba eran conversaciones de vidas, seguramente tampoco aquella era una vida bella según los problemas y las realidades de cada cual pero de lo que sí estoy seguro es que nadie decía, hipócritamente, aquello de: “la vida es bella”; hoy lo decimo, lo dicen, y resulta que una mayoría de la población mundial está atada, sujeta, amarrada y hasta anclada en una gran mentira que cada cual trata de llevar como puede y sin protestar.