El agua de mi vida siempre corrio turbia.
Nací en una casa donde el amor se escondía
debajo de la cama,
temblando.
Mi papá gritaba tan fuerte
que hasta mis huesos aprendieron a callar.
Mi mamá lloraba tan bajito
que solo se escuchaba si uno estaba roto.
Yo crecí así:
mirando golpes,
recogiendo pedazos de ella,
tragándome pedazos de mí.
Vi romperse el mundo antes de aprender a decir "mamá"
Y entonces llegaste tú.
Mi salvador barato.
Mi primera salida de casa.
Mi respiración prestada.
Al principio ciudades distintas.
Luego la vida jugando en contra.
Una década juntos.
Media vida tratando de no ahogarnos.
Peleando,
volviendo,
cortándonos,
pegándonos con el alma.
Y aun así,
de alguna forma enferma,
éramos hogar.
Tuvimos un hijo.
Y por un rato
—el ratito miserable—
fui feliz.
Ahorrábamos,
Soñábamos,
Buscabamos un hogar,
Más familia,
Más apoyo.
Regresamos a nuestros orígenes.
Gracias a un familiar tuyo encontré trabajo.
Vivíamos solos, por fin.
Nuestros tiempos.
Nuestra rutina.
Entonces empece a ganar,
a salir con amigos,
a sentir que vivia mi vida.
Esa que nunca tuve.
Pero después me vi en el espejo
y descubrí que no sabía quién chucha era.
Que nunca había vivido.
Que no conocía mi cuerpo,
ni mi deseo,
ni mi libertad.
Y apareció él,
el nuevo,
el niño con plata y sonrisa limpia,
el de dos meses,
que me hizo sentir joven,
bonita,
viva.
Viva aunque me estuviera matando.
Me enseñó cosas nuevas,
Me gusto.
Y dejé a mi familia de lado.
Total, yo quiero vivir.
El tiene más dinero,
Más estatus,
Mas ternura.
Yo, que tuve once años de historia,
cambié todo por sesenta días de ilusión.
Por unas manos suaves.
Por unos ojos que parecen mirarme.
Por unas salidas cortitas donde podía fingir
que mi vida no era un desastre.
Que yo no era un desastre.
Yo creía que podía tenerlo todo,
que no tenía nada que perder.
“Dejemos a nuestras parejas”, nos dijimos.
Como si estuviera botando ropa vieja.
Como si los niños no sintieran.
Como si la culpa no tuviera dientes.
"Si total no tengo nada...
puedo tener lo que quiera".
Pero después vinieron
los días más tristes de mi existencia.
Y me decia:
estoy bien.
TODO ESTÁ BIEN.
¿Mentira?.
Mentira desesperada.
Apesar de todo estoy con él.
Me trata bien.
Todo va bien en la oficina.
Pero algo pasa,
Algo me avisa:
No es mi lugar seguro.
No me mira igual que tú.
No sé.
Todo está bien.
Yo estoy bien.
"Oye, ¿que onda mi hermana se quiere morir?"
"¿Que onda mi papá no conversa conmigo?"
"¿Y mi mamá? ¿es un fantasma con voz?
"¿Que onda mi hijo, tiene problemas en el jardín?
Se porta pésimo.
Grita.
No me escucha.
Y yo solo pienso:
¿qué mierda hice?
¿Qué mierda aprendí?
¿A quién estoy imitando?
¿A mi mamá llorando?
¿A mi papá destruyendo?
¿A quién?
Pero yo puedo.
Estoy bien.
Todo está bien.
Voy a hablar con el papá de mi hijo.
Una decada no se borra fácil.
Todavia me ama, lo sé.
ha cambiado,
Pero es el mismo.
Le diré que todo está bien.
Prefiero disfrutar mi tiempo.
Si menos sabe mejor.
Mi hijo volvió a golpear a una compañera.
Y cuando lo reto, se burlan.
Si to digo que no, es no.
¿Por qué le dan bebida?
¿No me entiendes cuando hablo?...
Yo soy tu mamá.
Respétame.
Todo va bien con el trabajo.
Todo va bien con él.
Todo va peor en la casa.
Ya casi ni hablo con mis papás.
Soy una extraña en mi propia casa.
Yo solo quiero una familia
sin abusos,
sin traumas,
feliz.
Se que amó a mo hijo.
No tengo las herramientas que quisiera.
Pero... ¿las estoy buscando realmente?
Lo llevo a terapia,
Hago actividades para él...
¿Y yo qué?
¿Me debo amar más?
O ¿deben amarme de verdad?
No a medias.
No con mentiras.
El papá de mi hijo ya no me quiere ver ni en pintura.
No me habla,
no me mira,
no existo.
Pero mi hijo florece cuando él aparece.
Como si yo fuera invierno
y él fuera la primavera que no tengo.
Lo obedece,
cambia,
se porta mejor
Aprende.
Llega con chistes:
"¿Como estornuda un tomate?...
Ket - chup".
Aprwnde a escribir “TE AMO MAMÁ”,
Improvisan, Raptan, ríen.
Un dia mi hijo tuvo miedo.
Nadie sabía el porqué.
El llegó...
Y en menos de una semana.
Chao miedo.
"Mamá, yo soy valiente,
Tengo que superarlo".
Una semana.
Yo llevo años y no supero ni el espejo.
¿Qué le habrá dicho?
A él lo ama.
Mis papás hablan de él.
No se si es bueno o malo.
Y lo peor:
No se si es su papá.
Y mientras tanto,
El nuevo tiene plata,
Salimos a todas partes,
vivimos momentos cortitos.
Dos meses y contando.
el se va los fines de semana
a la ciudad donde vive su ex.
Por eso cuando me junto
con el papá de mi hijo,
me llama para hacer escandalos.
Le escribe hasta a mi ex.
Esta loco,
Me cela,
me controla,
me llama,
grita,
me rompe el celular.
Pero me encanta.
Celópata.
Yo digo que es porque me quiere.
Que es pasión.
Que soy intensa.
Que así se siente el amor…
el amor que nunca me enseñaron bien.
Pero salimos a comer,
hacemos cosas que antes no hacía.
Me siento bien.
El papá de mi hijo nunca me celó.
Me dejaba ser.
Y fui.
Ahora me paga pensión.
Lo mínimo.
Yo sigo bonita.
Eso digo.
Eso me repito.
Yo soy bonita.
Me miré al espejo
Y soy bonita.
Pero algo en mí está raro.
huele a podrido.
Como si una versión mía se estuviera muriendo
y yo bailara encima del cuerpo
para no mirar.
El otro dia llamé a mi ex.
Porque sí.
Porque estaba vacía.
Vino y hablamos.
Necesitaba un lugar seguro,
y él era el único que conoce mi idioma roto.
Le dije que lo necesitaba.
Que él era mi refugio.
Me vio llorar como nunca.
Como no lloro con nadie.
Intenté abrazarlo
y él retrocedió
como si yo fuera fuego.
Como si doliera tocarme.
No sé qué pasa por su mente.
Mi mamá me preguntó cosas.
Yo respondí.
Creo que fui sincera.
Estoy mal,
Pero bien por fuera.
Me dio vergüenza existir.
Al día siguiente habló con mi ex.
Y una semana despues
estaba sentada frente a una psicóloga,
preguntándome en qué minuto
me perdí a mí misma.
A mi modo de ver:
Me mandaron al psicólogo.
Y ahora estoy aquí,
repitiendo este mantra:
Todo va bien.
Estoy bien.
Soy fuerte.
YO PUEDO.
Pero ¿Puedo?
No lo digo en voz alta,
pero no se, si puedo.
Soy una mujer que nunca aprendió a cuidarse,
que confunde amor con abandono,
celos con atención,
gritos con presencia,
dinero con afecto.
Y aun busco,
entre todo este ruido,
esa familia que siempre quise,
sin dolores.
Una casa sin gritos.
Un hijo sin traumas.
Un lugar donde no tuviera miedo.
Un amor que no me soltara la mano.
Un amor de verdad.
Y aquí estoy,
rodeada de ruinas,
tratando de convencerme
de que no fui yo la que incendió todo.
Aún puedo salvar algo.
A alguien.
A mí misma.
Pero la verdad,
la verdad cruel,
la verdad que corta:
No sé si puedo.
No sé si quiero.
No sé si merezco.
No sé quién soy.
No sé dónde estoy.
No sé por qué duele tanto.
Lo único que sé
es que sigo diciendo
con la voz quebrada:
“Estoy bien”.
-
Autor:
Kenneth (Seudónimo) (
Offline) - Publicado: 28 de noviembre de 2025 a las 03:44
- Categoría: Sin clasificar
- Lecturas: 1

Offline)
Para poder comentar y calificar este poema, debes estar registrad@. Regístrate aquí o si ya estás registrad@, logueate aquí.