Eres tu

Tú,
Con tu altura perfecta para mí abrazo
Esa medida justa donde mi cabeza encuentra su hogar,
Sobre las tuya.

Tus manos -suaves como alas de angel-
Recorren mi piel,
Me enseñan a sentir sin palabras,
A entender que el cariño puede tener forma

Y tus pies,
Que tanto provoco y tanto adoro
Que a su forma son perfectos,
Caminas hacia mi sin prisa,
Que saben encontrar incluso cuando me pierdo.

Tú cuerpo,
Refugio de calma
Me acoge como una nube que flota en sueños,
En tu regazo descansa el ruido del día,
Y solo queda el silencio que sabe a paz.

Tú nariz caprichosa,
Esa que interrumpe mis impulsos
Y me obliga a frenarme,
A mirarte más de cerca
A conversar con lo que en ti es imposible no amar

Tus labios...
Espere tanto en conocerlos,
Y ahora viven en cada pensamiento,
Como si el recuerdo de un beso,
Fuera una promesa infinita.

Y tu espalda,
La cual mis manos llaman destino,
Mi mapa de no retorno
Mi adicción secreta.

Tus ojos, pequeños y enormes,
un laberinto donde me pierdo ,
sin querer encontrar salida.

Tu risa —esa melodía imperfecta y preciosa—
toca todas las notas que llevo dentro,
y me arranca otra risa, inevitable,
como si tu alegría encendiera la mía.

Y tu mente…
si yo soy un nudo de dudas,
tú eres mil caminos que se cruzan
para llegar siempre al mismo superpoder:
la empatía.

Y al final, esa sintonía inexplicable,
ese no saber exactamente qué eres,
pero saber, con certeza,
que eres tú.
Y que en ti
todo encaja.