INDETERMINADO
Confieso que alguna vez creí en los milagros.
En esos que no anuncian los cielos,
sino los ojos de alguien a quien el alma reconoce antes que la razón.
Pero el destino, viejo tirano que no perdona deslices,
soldó nuestras vidas con un hierro que arde y no ilumina.
Tú y yo…
dos almas sin destino,
dos latidos puestos en la misma orilla del mundo,
pero en mares distintos.
A veces pienso que lo nuestro fue un pacto no firmado,
una herida que quiso volverse fuego,
una llama obstinada que aún respira bajo el polvo del tiempo.
Arde, sí,
pero ya no calienta:
solo recuerda...
Y en esa memoria punzante,
la resiliencia toma forma de naufragio,
porque resistir no siempre es fuerza:
a veces es desear lo imposible
y aprender a soltarlo
sin que el corazón muera del todo.
Aceptarlo…
qué palabra tan noble para un acto tan cruel.
Aceptar que el amor existe y no alcanza.
Aceptar que la vida sigue aunque el pecho cruje.
Aceptar que los dioses jamás corrigen los destinos rotos.
Lo admito:
hay una ira que sigo guardando bajo la lengua,
una furia fina, elegante,
que nunca se grita y nunca se gasta.
La ira de haber sentido algo tan grande
que no cabe en la historia que nos dieron para vivir.
La ira del “pudo ser”,
esa sombra que acompaña más que cualquier verdad.
Y aun así,
cuando cierro los ojos,
te encuentro en los silencios que no compartimos,
en la ternura que jamás pronunciamos,
en la caricia que nunca se atrevió a nacer.
Eras llama,
y yo, torpe alquimista,
quise convertirte en eternidad.
Hoy lo entiendo:
hay amores que no llegan tarde,
llegan destinados a irse.
Por eso escribo.
Porque las palabras son la única tumba
en la que puedo dejar lo que nunca pude tener.
Porque el poeta que soy, o que intento ser,
aún sangra versos que llevan tu nombre oculto.
Porque la tinta es más valiente que yo
y se atreve a decir lo que afuera se desmorona.
Sí, lo acepto.
Fuimos llama que debió apagarse.
Fuimos verdad disfrazada de espejismo.
Fuimos dos almas sin destino
tratando de forzar al universo a mirarnos.
Y al final,
cuando esta confesión se hunda en la sombra,
tal vez entiendas lo único que importa:
Que aunque el amor agoniza,
aunque el fuego se extingue,
aunque el pecho tiemble y la voz se quiebre…
yo nunca te negué.
JCLoboramz
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Autor:
LoboRamz (Seudónimo) (
Online) - Publicado: 26 de noviembre de 2025 a las 11:00
- Comentario del autor sobre el poema: Necesario.
- Categoría: Amor
- Lecturas: 1

Online)
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