Naufragio en un Mar de Licor

Luis Barreda Morán

Naufragio en un Mar de Licor 

El licor de rubí oscuro se desliza con suavidad por mi garganta y comienza a nublar mis sentidos de una manera confusa.
Mis recuerdos más dolorosos, aquellos que guardan tu imagen, se difuminan lentamente como pintura bajo la lluvia.
Esta bebida se convierte en mi único y silencioso compañero en esta noche que parece no tener un final cercano.
Me ayuda a escapar de la realidad que duele y de la soledad que siento en este cuarto vacío.
Es un consuelo momentáneo que calma el fuego interno que me consume desde que te fuiste.

Juré en voz alta y con firmeza que los días pasarían y tu recuerdo se desvanecería como el humo en el aire.
Creí que la distancia y el calendario me curarían por completo esa profunda herida en el pecho.
Pero el eco de tu voz y el brillo de tu mirada regresan con más fuerza cuando bajo la guardia.
Solo existe un método para lograr que mi mente descanse y encuentre un poco de paz verdadera.
Este líquido ambarino es el refugio que encuentro cuando la tristeza quiere ganar la batalla.

Permanece junto a mí durante estas horas largas donde las sombras parecen cobrar vida propia.
No me abandones ahora que la melancolía golpea con tanta fuerza mi puerta y mi corazón.
Siento que una grieta profunda se abre dentro de mi alma y todo mi ser se quiebra con dolor.
Esa tonalidad granate me hipnotiza y me transporta a un lugar donde el sufrimiento no existe.
Eres el bálsamo temporal que mitiga el agudo filo de tu ausencia que me corta sin piedad.

Pensé que el gran reloj del mundo sanaría todo el daño con su movimiento constante e imparable.
Estaba completamente equivocado, pues cada jornada tu figura se hace más clara y más real.
Tu amor fue una tormenta que arrasó con todo a su paso y cambió mi mundo para siempre.
Ahora deambulo por esta habitación buscando una respuesta que nunca llega a mi mente.
Y esta copa que sostiene mi esperanza se vacía con una rapidez que me asusta.

Mi corazón, antes lleno de colores vivos, ahora solo tiene un tono grisáceo y frío.
Las lagrimas que derramo no logran lavar el pesar que siento dentro de mi pecho.
Esta bebida de uva fermentada se transforma en mi aliada en esta lucha contra el olvido.
Me envuelve en un abrazo cálido que adormece los sentidos y aplaca el dolor interno.
Es un viaje sin retorno hacia el sueño donde puedo volver a tenerte entre mis brazos.

Cada sorbo que tomo es un intento más por borrar el camino que lleva hasta tu nombre.
El sonido del cristal al chocar con la mesa marca el compás de mi derrota inevitable.
El mundo exterior se desdibuja mientras yo me hundo en un pozo sin fondo y oscuro.
Esta sustancia es la llave que cierra la jaula donde habitan mis peores fantasmas.
Un velo cae sobre mis ojos y por fin logro no ver tu rostro en cada esquina vacía.

El dulce sabor que inunda mi boca me trae un instante de alegría falsa y breve.
Sé muy bien que mañana al despertar todo volverá a ser igual y tú seguirás lejos.
Pero por ahora me aferro a este consuelo con la fuerza de un hombre que se ahoga.
Las paredes testigos de mi pena guardan silencio ante este espectáculo tan triste.
Y yo bebo sin cesar hasta que el cuerpo no puede más y cae vencido por el sueño.

Nada ni nadie pudo llenar el vacío inmenso que dejaste al marcharte sin una explicación.
Solo este elixir de color profundo logra calmar la tempestad que rugé dentro de mí.
Me transforma en una versión más ligera de aquel hombre que un día tú conociste.
Las cadenas de tu memoria se aflojan y me permiten respirar con mayor libertad.
Es un truco viejo, lo sé, pero es lo único que me mantiene a flote en este naufragio.

La penumbra de la lámpara proyecta figuras danzantes que se mezclan con mi angustia.
El sabor amargo que queda al final me recuerda la verdad que intento olvidar.
Tu partida rompió algo en mí que jamás podrá ser reparado con simples palabras.
Así que elevo mi copa una vez más en un solitario brindis por lo que ya no está.
Y dejo que el líquido carmesí cumpla su misión de apagar tu llama en mi mente.

Esta será la última vez que permita que el licor tome el control de mis pensamientos.
Mañana enfrentaré la luz del nuevo día con la fuerza que hoy no logro encontrar.
Limpiaré el polvo de los muebles y abriré la ventana para dejar entrar el aire fresco.
Pero por esta noche, dejo que la corriente me lleve a un lugar sin ayeres ni mañanas.
Donde el color de tu amor y de mi dolor se desvanecen en la quietud del hastío.

Luis Barreda/LAB
Los Ángeles, California, USA
Noviembre, 2025.

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  • Autor: Luis Barreda Morán (Offline Offline)
  • Publicado: 26 de noviembre de 2025 a las 01:43
  • Categoría: Sin clasificar
  • Lecturas: 1
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