**~Novela Corta - Ojos de Gata en el Balcón~**

**~EMYZAG~**

Novela Corta: Ojos de Gata en el Balcón

Por: Srta. Zoraya M. Rodríguez Sánchez

Seudónimo: EMYZAG

Comenzada: 19 - 22 de noviembre de 2025…

Publicada: 22 de noviembre de 2025…

Terminada: 22 de noviembre de 2025…

Editada: 22 de noviembre de 2025…

Mi #30 de novelas cortas en el año 2025…

Mi #233 novelas cortas hasta el año 2025…

7095 Palabras 10 Páginas

 

~ * ~ Sinopsis:

~ * ~ Doña Valentina es bien valiente cuando con sus ojos de gata de color azul desde el balcón sabe de todos los chismes del vecindario y ¿qué hace ella?...con esos casos de chismes… 




Doña Valentina es una vieja chismosa del barrio ¨El Consuelo¨. Doña Valentina tiene unos ojos de gata de color azul que son muy vivos para mirar, observar y hasta hacer chismes de todo el mundo en el barrio ¨El Consuelo¨. La vida comienza a edificar lo más barato de la vida: el chisme de barrio. La vida comenzó a ir de chisme en chisme hasta convertir el chisme en un total desenfreno en el barrio ¨El Consuelo¨ y todo por los ojos y oídos de Doña Valentina que es la mujer más valiente de todo el barrio que comenta, murmura y habla de todo y de todos. Doña Valentina es una mujer valiente que no se deja amedrentar por nada ni nadie ni en el barrio ni en su hogar. Doña Valentina es una mujer valiente que con sus grandes ojazos de color azul y su gran sentido del oído comienza a edificar una situación un poco inestable, incómoda y sin sazón alguna desde su hogar en el balcón mira y observa a todos por igual hasta hacer del chisme uno verdadero y real. La vida de Doña Valentina es ser una mujer valiente, eficaz y extremadamente no es una mujer cobarde sino que enfrenta a todos por igual y que dicta la magia en saber discernir entre el bien y el mal porque quizás es un pecado capital como la gula lo que ella hace sin ser un verdadero pecado. La gente y las personas en el barrio la tildan de mentirosa, chismosa, envenenadora de murmuraciones, habladurías y chismes de barrio.  Doña Valentina no detiene su forma de atraer lo que comienza a edificar su capricho por ser chismosa, si el chisme le encanta y le fascina dejando dolor, murmuraciones, habladurías y chismes en el mismo barrio donde llegó de la calle a quedarse en el balcón a mirar, observar y a escuchar cada cosa porque ella todo lo convierte en chisme. Doña Valentina es una mujer valiente, pero, le falta cadencia y credibilidad al actuar sintiendo que el chisme es su trabajo, es su pensar o lo que dicen por el barrio sin pensar que no hace daño alguno. Doña Valentina es una mujer firme, valiente, crédula y, sólo creyente en la forma que se hace el chisme en el barrio ¨El Consuelo¨, y es que desde el balcón de su hogar observa con ojos de gata de color azul a todo mundo en el barrio. El barrio con sus dimes y diretes, con sus problemas y altercados fríos y sin enternecer de tanto o por todo cuando en el frío se siente como el hielo en el congelador sin poder chismear de todos. El barrio ¨El Consuelo¨, es un barrio unido, es una calle sin salida, es una comunidad alegre como triste a la vez con sus problemas y altercados en cada hogar, pero, Doña Valentina no se le escapa nadie cuando desde el balcón de su hogar chismosea y realiza los más peligrosos chismes de eventos en sucesos de ese pobre barrio donde se divierte haciendo chismes y por saber de la vida de todos por igual. Doña Valentina observa y mira con esos ojos de gata en el balcón de su hogar los chismes más calientes de todos por igual. Doña Valentina es una mujer firme, valiente y decidida en hacer creer que en el mundo termina con la murmuración, habladuría de ella con la gente, por realizar chismes sin compasión dejando a la vida inerte de furia y de euforias hablando de la gente sin consuelo alguno. El barrio ¨El Consuelo¨ sin detener en fijar la forma exacta de ver al cielo con lluvia por tanta murmuración y habladuría sopesa entre el costado de todo ese barrio con Doña Valentina que es la mujer más valiente de todos los tiempos. Doña Valentina creó un ademán y tan frío entre las murmuraciones, lo que ve, observa y lo que escucha desde el balcón en su hogar con sus ojos de gata que enloqueció al barrio entero con chismes, dimes y diretes. Doña Valentina creó una valentía innata y muy fuerte de dar una conmísera atracción de creer en el alma y, más en el solo corazón si creó un muro de chismes, dimes y diretes que sopesan en el alma y en el corazón de todo el barrio cuando el chisme, la murmuración y la habladuría hieren en el alma y, en el solo corazón cuando arde el fuego del chisme y quema más la lengua cuando se esparce como dinamita o como la pólvora. La lengua de Doña Valentina es valiente, posee cruda realidad y en carne viva debate las murmuraciones y habladurías entre la espera inesperada de ser crédula en el barrio con la observación de esos chismes con los ojos de gata desde el balcón en el barrio ¨El Consuelo¨.

Doña Valentina cree que el suspenso de su mundo adhiere a la más cálida sorpresa de su corta existencia. Doña Valentina cree que su mundo es inalterado, eficaz, muy crédulo e impoluto, cuando a la verdad el chisme es algún comentario falso o verdadero, negativo o positivo de una persona existente o no. El chisme para Doña Valentina es ser la mujer más valiente del barrio ¨El Consuelo¨, cuando en su mundo se debate entre la risa, el llanto y lo comedido de la mala situación para las personas de quien se habla negativamente. El barrio ¨El Consuelo¨ es una calle sin salida, donde se siente y se percibe que el chisme va y va de vez en cuando o siempre. La mujer llamada Doña Valentina se siente caprichosa, exhaustiva, indecorosa y muy inestable en la vida. La esencia de la mujer chismosa es ser la mujer valiente, la que cuenta el chisme, la murmuración o la habladuría y que no va lejos en querer saber la verdad detrás de ese comentario frívolo que se da entre las personas que viven en el barrio ¨El Consuelo¨. La vida de Doña Valentina se cuece de iras y de extraño perecer en un alma que ya no tiene luz ni es vidente de la existencia de una persona que sufre, que duele y que falla en lo más amargo de la existencia. Doña Valentina es la mujer que lleva, trae el chisme y la murmuración en la habladuría total de un comienzo en específico. Doña Valentina se aferra al frío desconcierto en saber que su mundo está inerte, insolente y muy ávido cuando, sólo sabe una cosa y es contar los chismes más candentes de toda la comunidad o del barrio ¨El Consuelo¨. El barrio ¨El Consuelo¨ no detiene su forma en liderar con líderes como Doña Valentina en fuerte y delirante desafío de la vida y el cometido de creer en la más amarga esencia sin conmover ni torcer un brazo en señal de amar al prójimo. Doña Valentina se siente como el desafío y la inercia en contar el chisme a su manera y forma de creer en lo incrédulo de esa triste verdad sin apenas identificar la pureza de la verdad. Doña Valentina se siente eficaz, en un tormento que no ve la realidad de un sol en el mismo cielo donde se cuece la creencia de la pureza de la verdad sin corregir el yerro o errar el error en contra de la persona que edifica el chisme como trabajo en una sociedad de alto coraje y sin reivindicar la esencia de la persona de quien se habla sin saber. Doña Valentina va de rumbo en rumbo en su propio y único balcón con esos ojos de gata que van observando, escuchando y hasta petrificando un chisme o una relación entre personas que quizás se enaltece el dolor entre ellos. El barrio ¨El Consuelo¨, sin consolar, sin resiliencia, sin reivindicar, no altera o corrige el error, sino que los hace mayor y más fructíferos. La insolencia, la observación y el dime y direte van de la mano de lo peor que se pueda cometer entre las personas del mismo barrio ¨El Consuelo¨. Doña Valentina ha edificado su tormento en hablar de los demás sin corroborar la fría verdad que se esconde detrás del chisme entre las personas del barrio ¨El Consuelo¨. El primer chisme ocurre en el barrio ¨El Consuelo¨, y, ¿qué sucedió en el barrio? El primer chisme fue de la vecina con un amante. El amante llega los miércoles al barrio ¨El Consuelo¨, a realizar el coito con la vecina de Doña Valentina. El marido de ésta mujer no lo sabe, pero, lo sabe todo el mundo en el barrio menos el hombre que trabaja todos los días de la semana. Doña Valentina cree que el instante es inoportuno e indecoroso cuando le arde el alma por expresar el chisme al marido de su vecina. Doña Valentina cree que es injusto para un hombre que trabaja y que mantiene ese hogar por toda la vida. Mientras que en el recelo de la vida y de la existencia de Doña Valentina se encierra en un trance si expresar el chisme o no al marido de ésa mujer vecina. 

La vida juega un juego y es que el que gana siempre es el chisme de barrio. El barrio ¨El Consuelo¨, sin detener su fuerza, voluntad y en expresar todo el chisme de barrio se aferra al chisme y a lo que se dice porque se expresa más en el barrio ¨El Consuelo¨, por una mujer de edad avanzada, mayor y con canas en la cabeza, llamada Doña Valentina. Doña Valentina  dicta el porvenir en ir y venir lejos de la sola realidad cuando los chismes pueden ser verdad o falsos, pero, ella en el afán de expresión es la chismosa del barrio ¨El Consuelo¨. La vecina de Doña Valentina sin saber ni se da de cuenta de que todo el barrio ya conoce al electricista que va a su hogar los miércoles cuando en el afán de realizar el coito con la vecina es el chisme del momento, todo el  mundo lo sabe menos el marido de la vecina ni tan siquiera sospecha la infidelidad que sucede, si no siente que su mujer le es infiel con el electricista. La vida juega un juego mortal, letal e intrascendente en el barrio ¨El Consuelo¨, en una calle sin salida si la única salida es el chisme de barrio. La vida comenzó desde que al barrio llegó Doña Valentina a convivir con la gente de la comunidad en el barrio ¨El Consuelo¨, desatando la vida, el dime y direte y la esencia en convertir un chisme en un revolú y en un zaperoco de vida y de existencia en el barrio ¨El Consuelo¨. El barrio ¨El Consuelo¨ se debate entre risas y llantos, entre dimes y diretes, entre la verdad y la falsedad de un chisme que corre como el viento fugaz o tan veloz en la misma piel. Doña Valentina se siente como el aire o tan fugaz como el tormento si ella corre como el viento o el aire entrecortando a la gente, pero, jamás sin marcharse con esos ojos de gata desde el balcón en su hogar. Doña Valentina posiblemente se cuece de iras y de vanidades inciertas cuando la verdad o lo falso se desvive de tiempo y de seriedad en el alma y, más en la lengua que petrifica más el cometido de recorrer entre las gentes y entre las personas que conviven entre la comunidad de la vida y el chisme de barrio. Doña Velentina se aferra al frío y al desaire en expresar el silencio que debe de ser y sin el chisme de barrio que le hace vivir más. La vecina habla por primera vez con Doña Valentina, la nueva chismosa del barrio ¨El Consuelo¨, se edifica su comentario en hacer referencia al hombre que la visita los miércoles, que ella y ése hombre realizan el coito en secreto de su marido. La vecina aduladora, sarcástica y muy irreverente le expresa a Doña Valentina que no es su amante como ella cree y que es su sobrino y que no hacen absolutamente nada. ¿Qué le sucede a Doña Valentina? Doña Valentina incrédula, pero, muy pasmada en relación a ese chisme de barrio sopesa la verdad o la falsedad dentro de ella, cuando sin deber en contar un chisme no sin antes cerciorarse de la magistral verdad. La vida da vueltas como mil verdades y como cientos de falsedades, pero, en el alma y, más en el ocaso se pierde en el instinto la suave y delicada verdad, cuando en el capricho se siente en el delicado chisme de barrio en ¨El Consuelo¨. El barrio se despide de Doña Valentina cuando sus chismes no son la fuerza ni la pureza de la única verdad cuando arde como el comienzo directo de la sopesada verdad. Doña Valentina se siente como el deseo o como el capricho exótico en poder creer en el desastre en dar una solución al chisme de barrio, pero, no, si le entretiene tanto el chisme que decide continuar con el chisme de barrio. La calle sin salida y Doña Valentina como una vecina de la comunidad se entristece tanto y por todo queda como el delirio desafiante en dar una sola verdad fría como es el chisme de barrio. La calle sin salida, sin tiempo ni desafío, sólo edificó el tormento friolero de creer en el ocaso friolento en dar una conmísera atracción de creer en el chisme sin confirmar ni ser certero en la verdad. 

Doña Valentina fue a buscar más chisme de barrio, pero, sus ojos de gata en el balcón de su hogar lo perfila, lo admira y lo observa. Ella observa a un hombre de edad avanzada que va y va caminando por la acera y ella cree lo peor que es un ladrón en el barrio ¨El Consuelo¨. La vida se perfila, se desbarata, se siente como un desafío friolento y sin un cálido amanecer con ese señor que va divagando en el barrio por la acera. Doña Valentina, nueva en el vecindario y una comunidad que la cree buena señora, pero, aunque sí, es buena persona, es de esas señoras entrometidas en todo y en todos por igual en el barrio ¨El Consuelo¨. Y, ¿qué hace Doña Valentina? Doña Valentina llama a la policía diciendo que había un ladrón en la calle sin salida en el barrio ¨El Consuelo¨porque va y va en busca de creer en el chisme caliente, dudoso e incrédulo. La policía llega y al cerciorarse en el lugar es un don y es un vecino de Doña Valentina. El don es un señor respetable en el vecindario y se llama Don Manuel, el cual, ha realizado muchas fuentes de caridad en el barrio en pos de ayuda necesitada y por ello es que lleva bastantes víveres en su automóvil y Doña Valentina creyendo lo peor de Don Manuel en su propio vecindario ¨El Consuelo¨. La excusa que le otorga Doña Valentina a la policía es que lo vio solamente todo sospechoso desde su balcón con esos ojos de gata de color azul que llaman más la atención que un mismo gato. La policía se retira del barrio sabiendo que es una señora chismosa de barrio, sí, llamada Doña Valentina, la nueva vecina del barrio. Doña Valentina perfila sus garras de ojos de gata en el balcón desde que el siniestro cálido cuando todo quedó inmortalmente indecoroso. La vida comienza a identificar quién es quién en el barrio “El Consuelo”, si se desata un cometido en caer de bruces abiertas con el chisme y el bochinche entre los dientes en la misma lengua que esparce veneno, delirio y es un gran desafío inerte. La vida es como un desastre frío y dentro de la verdad un sólo desafío más estéril que la lengua pariendo palabras y letras dolientes. El dolor de la gente sin compasión quedó como el dolor y como el mismo desafío inocuo e intrascendente. Todo porque el desafío de Doña Valentina quedó desbaratando la vida conmísera de la gente sin escrúpulos, sin conciencia, sin edificar la vida, sin petrificar la verdad ni mucho menos en descubrir la pureza de la verdad. Y, ¿qué le sucede a Doña Valentina? En contra de todo y por tanto la cruda realidad quedó por siempre sin edificar la esencia ni la quid permanente de la gente sin los escrúpulos de Doña Valentina hacia su prójimo en la comunidad del barrio “El Consuelo”. La fuente de información de Doña Valentina son sus ojos de gata desde el balcón de su hogar en el barrio, su cálida presencia se debate en demostrar que su perfume y su esencia son siempre el perfume dispuesto en la piel y no en el interior de la persona. Doña Valentina se aferra al frío y al friolento mal porvenir de creer que su mundo es incierto como el deseo de envenenar a todo el mundo en contra de todo el mundo. Doña Valentina se ha dado duro en contra del chisme o bochinche barato de barrio en el barrio “El Consuelo”, si el barrio adormece de llanto, furia y desenfreno total en caer siempre entre la lengua del bochinche de Doña Valentina, aunque ella es nueva en la vecindad el barrio “El Consuelo”, se dedica a ser como el desastre y el desmoronamiento de la vida, de la esencia, de la reputación y del cometido de siempre caer sobre el chisme, la habladuría y el mal trance directo de siempre hablar mal de los demás sin otorgar sentido a la verdad. Doña Valentina quedó fríamente adherida al triste desconcierto e intrascendente mal momento de siempre ella quedar mal ante una comunidad y un barrio llamado “El Consuelo”, el que la acogió de buena manera, pero, ella en su sentido de chismes, dimes y diretes, y de hablar mal de los demás no la deja en buen sitio parada ni con sus ojos de gata en el balcón del hogar en la vecindad. 

Doña Valentina se aferra y se aterra al frío desconcierto de creer en el suburbio en ver de tal manera la vida y la esencia de todos en el barrio. Doña Valentina, la chismosa del barrio se ha dado duro en contra de todos con la lengua mortal si es la que esparce veneno y no derrite ni se conmueve a favor de otros para un bien común en querer fortalecer las grandes relaciones en la comunidad. La fuerza en discernir Doña Valentina acerca del chisme y del bochinche de barrio se enaltece, se fortalece, y se entrega en cuerpo y alma a la gente sin sentir escrúpulos, ansiedad, ni sentir dolor alguno o compasión por la gente del barrio “El Consuelo”. Doña Valentina se aferró al frío y sin aprender de la verdad, de que al chisme hay que cerciorarse, hay que saber de la verdad y no continuar la cadena del chisme sin antes ni apenas averiguar de toda la verdad antes de cometer un grave error. Doña Valentina quedó aferrada y, más que eso aterrada al silencio cuando la policía llegó al barrio para arrestar al sospechoso del barrio que era supuestamente un ladrón en la calle sin salida del barrio “El Consuelo”, siendo éste un vecino de Doña Valentina que lleva víveres a los más necesitados en su propio automóvil. La cara de vergüenza de Doña Valentina no la dejó para después, sino que ella prosigue desde el balcón de su hogar con los ojos de gata que son los binoculares para Doña Valentina. Los ojos de gata de Doña Valentina se aferran a la idea magistral en querer observar todo desde una sola perspectiva de asombro cuando entre dime y direte de creer en sus propios chismes y bochinches que ella misma formula observando desde el balcón de su hogar en el barrio puede cometer el peor de los casos: una tragedia mortal. La mujer y que su nombre es Doña Valentina “no aprende ni por cabeza ajena”, como nos expresa un refrán que es más cierto que nada.

Si Doña Valentina en otra ocasión observa a un automóvil que recoge a la señora de al lado de su hogar cada tarde de los viernes en la semana. Doña Valentina cree en el chisme a toda costa sin importar verdad o mentira, sin premeditar dolor o sufrimiento o enaltecer la verdad o la mentira. La esencia se enaltece de iras, dolores y de sufrimientos ajenos, cuando a la verdad que la verdad no es reconocida entre los ojos de gata de Doña Valentina. Doña Valentina se aterró al frío y al delirio delirante de creer en el ocaso vivo o en el desenlace más friolento cuando no se percata de que llega la noche fría. Doña Valentina, sinceramente se siente como el desafío frío y tan friolento de entregar el ocaso frío o de llegar una noche fría. Doña Valentina se sintió como el suave desenlace y como el frío inestable de dar un solo mal sentido, pero, por los ojos de gata desde el balcón de su hogar en el barrio “El Consuelo”. Doña Valentina se aferra a la idea de creer en el trance directo e indirecto de dar con la vida, con el chisme y con el bochinche malintencionado sin premediar ni premeditar el daño con el engaño friolero, y tan friolento que se cuece en la forma y manera de dar una sola señal en saber que el chisme es duro y que hace un daño irreparable e insustituible. La vida de Doña Valentina se enternece de espantos, en desaciertos sin cerciorarse de la pura verdad ni saber que la realidad embarga en detener a la vida sin sentido prohibiendo que enaltezca la felicidad en la gente de la comunidad. Doña Valentina ya lleva dos inmensos chismes sin premeditar palabra alguna, sin saber de la verdad y sin querer averiguar de la pureza de la verdad. Doña Valentina cree que el tercer chisme es la mágica verdad, que será verdadero, eficaz y que se contará la única verdad en hacer sentir que se revela la verdad en el chisme. Doña Valentina es la mujer más valiente y es la que encrudece de tiempo y de bochinches más aledaños en todo el barrio “El Consuelo”.

El tercer chisme en el barrio “El Consuelo” donde no existe el consuelo sino el desconsuelo total entre la gente de la comunidad aferrando el deseo del chisme entre los labios y, más entre la lengua venenosa que contiene ira, dolor y sufrimiento para aquel de quien se habla a espaldas y sin saber de la verdad. Y, ¿qué le sucede a Doña Valentina? Doña Valentina, en el alma y, más en el ocaso inerte, se siente como la chismosa más valiente del barrio deseando abrir brechas entre la gente y entre la comunidad del barrio “El Consuelo” con su chisme. La señora vecina de Doña Valentina quien la busca un ente todas las tardes y tiene que ser los viernes se debate entre la verdad en convertir el chisme en un chisme más grande que el universo entero. Doña Valentina no se detiene en fraguar la tormenta fría e inerte cuando en el alma se descubre toda la verdad de su insistente valentía en el coraje en ser la chismosa del barrio. Doña Valentina cree que el tormento frío y friolento de fraguar un numen inventivo se siente como el desafío de la inercia penitente en poder que el desafío es inestable. El tercer chisme se siente como el pasaje de ida y sin regreso cuando en el tormento del bochinche percibe creer en una verdadera tragedia entre el marido de la señora y ése ente que la busca y que la recoge en su hogar todas las tardes de los viernes de las semanas. La señora va y se va siempre con ese ente de color, de raza de color negro y el marido sin saber ni percatarse de lo que hace su mujer con ése ente de color negro. Doña Valentina siendo una mujer valiente sabe que la señora hace orgías sexuales con los entes, hombres de color negro y el marido sin apenas sospechar de la cruda realidad se ve en un altercado friolento cuando el marido se puede enterar. Doña Valentina sí, se entera del chisme desde su hogar con ojos de gata como binoculares en todo el barrio “El Consuelo”, se debate entre la ira o la inesperada espera de que el marido de la señora vecina se pueda enterar de toda la verdad y tan fría como el hielo. Y, ¿que le sucede a Doña Valentina contando chismes a todos en el barrio? A Doña Valentina le fascina el chisme de barrio. Doña Valentina cree en lo peor cuando el hombre de color negro busca todas las tardes de los viernes a la señora del compadre. Doña Valentina se dedicó en cuerpo y alma a hacer creer que el destino es frío y tan friolento como el aire que le roza en los ojos de gata desde su hogar en el balcón donde observa todo desde una sola mala perspectiva. El tercer chisme se dedicó a ser como la moneda de dos caras cuando en el aire socavó en el aire una sola insistencia cuando el hombre negro se dedicó en ser como el verdadero hombre que busca orgías sexuales y, ella, la inocente señora. El aire le roza a Doña Valentina en los propios ojos de gata cuando desde el balcón se dedicó a observar y a mirar a la señora junto al hombre de color negro al marcharse lejos de allí, sí, del barrio “El Consuelo”.  Doña Valentina se aferró al frío desconcierto cuando en el afán de dar y expresar el chisme como chismosa, valiente y con el bochinche entre su lengua venenosa se dedicó a ser como el rosario repitiendo el Ave María más de diez veces. Doña Valentina quedó como el mal deseo o como el trance indirecto entre la verdad y el chisme o del bochinche. El hombre de color negro busca y recoge a la señora vecina de Doña Valentina en el barrio “El Consuelo”, todas las tardes en los viernes de todas las semanas con su automóvil. Doña Valentina se cuece de iras y de tormentos fríos de creer en el desenlace friolento y se porfía de sus propios ojos de gata como binoculares desde el balcón en el barrio “El Consuelo”. Doña Valentina se cuece de fuego candente y latente en dar una conmísera mala atracción por jugar con las palabras candentes de chisme y en la camorra ideal en sostener el fuerte desenlace en tragedia que se avecina si se sabe el tercer chisme en el barrio “El Consuelo”.

El tercer chisme para Doña Valentina se va haciendo gordo, grande e inmenso, entre los vecinos, entre la gente y entre los presentes que ya lo saben todos menos el marido verdadero de la señora de al lado. Doña Valentina se ha encargado de hacer que el chisme brille, sea resplandeciente y sea el flas de un destello como si fuera un solo relámpago en el cielo inmortal, pero, éste se cree que va a hacer mortal en una tragedia que se avecina con el marido de la señora vecina de Doña Valentina. Doña Valentina con sus ojos de gata como binoculares extraños expresa al barrio que se avecina lo peor para cuando el chisme explote en la cabeza del marido de la señora. Doña Valentina expresa que es un chisme de proporción sustancial y que va a insolentar la vida, la forma de ver la vida, y la manera de poder vivir conjuntamente y en comunidad en el barrio “El Consuelo”. Doña Valentina cree que aferrándose y aterrando la idea de hacer, repartir y expresar el chisme a espaldas de otros no es lengua envenenadora sino que expresa la pura verdad de lo que sucede en realidad. No. Doña Valentina nos dice. La Doña Valentina siente que la vida es así, y que si en su juventud hablaron de ella, ¿por qué no repetir el acto con otras gentes, vecinos, y con entes que ni ella conoce? Y, ¿qué le sucede a Doña Valentina, al fin y al cabo, después de expresar tanto chisme? La vida enaltece, brinda oportunidades, y hasta hace malabares de vida y de supervivencia y nos dicta, vela y sufraga omitiendo el dolor, la tristeza y el sufrimiento, pero, no, al ser humano le gusta sufrir, ser triste, y sentir el más cruel de los dolores. Doña Valentina llegó en un momento de iras insospechadas, de tiempo inoportuno, y de carácter sosegado, pero, cómo le gusta el chisme, lo saborea y lo venera más y más. Aunque, su lengua caiga en error, hiera el alma de la persona de quien se habla, o se sienta inconveniente, ella prosigue hasta el fin o hasta que la lengua se canse de expresar el chisme. La redención, la resiliencia sin dar abasto para Doña Valentina, la chismosa del barrio “El Consuelo”, se dedica en cuerpo y alma al chisme de barrio, a hacer dolor, sin importar consecuencia alguna, a ella no le importa nada, absolutamente nada. El tercer chisme se ve venir cuando el hombre negro recoge a la señora todas las tardes de los viernes para realizar unas orgías sexuales en una mancebía cerca del barrio “El Consuelo”, y que supuestamente con los ojos de gata de Doña Valentina es así, como se ve, como se siente y como se perfila el chisme de la señora que será una tragedia o un cruel asesinato cuando el marido se entere del cometido evento y del chisme de los ojos de gata desde el balcón del hogar de Doña Valentina. La vida de Doña Valentina en el barrio “El Consuelo”, tiembla y sin emoción sino que encrudece de espantos nocturnos cuando en el cometido ya van dos chismes que expresa a todos y le han salido mal e incorrectos y es la señora chismosa del barrio y la que no se disculpa con el barrio desde que la vergüenza pierde hasta el sentido. Doña Valentina encerró el camino, a su corazón, a sus pensamientos y, más que todo encerró a su corazón por ser la chismosa de barrio, porque cuando ella fue joven y en su juventud la gente murmuraron y hablaron de ella a sus espaldas y nunca hizo nada, o sea, quedó con el desprecio de alguna gente sin apenas conocer la verdad que de ella emana, si ella peleaba por su reputación y, más por su propia impoluta vida de chismes, dimes y diretes. La vida de Doña Valentina se aferra al frío desconcierto, a la magia, a la espuma del mar, que ella dice que el chisme es así como la espuma que crece, crece más y más, cuando se expresa a espaldas de las personas. La lengua venenosa de Doña Valentina es como la cobra cobró lo que un día perdió: a su propia reputación. 

El tercer chisme o bochinche de barrio es el hombre negro que busca siempre entre las horas de la tarde todos los viernes a la señora vecina de su lado derecho en la vecindad. Doña Valentina se aferró al frío y sin calor quedó helada de espantos, de dolor y sufrimiento cuando el chisme era y es su carta de presentación, pero, sólo, eran errores en captar la verdad y siendo impoluto por poco todo se viene como una terrible tragedia y sin antes asegurarse de la verdad. Doña Valentina quedó abatida, malograda y en un mal tiempo porque sólo la dejó ser la chismosa del barrio. Doña Valentina con ojos de gata en el balcón desde su hogar, mira, observa y perfila el más cruel de los chismes cuando no ocurre nada, sólo, ella los inventa por hacer el más cruel daño como cuando a ella se lo acometieron en un fugaz encuentro con la vida que hasta su novio el que ella amó con todo su corazón la dejó con su corazón enamorado y desde ahí parte ser Doña Valentina, una vieja chismosa de barrio. La psiquis de Doña Valentina se halla en alto contraste con la perfección. A ella, sólo le gusta el chisme, que se pueda saber el chisme y dirigir el chisme hacia saber de toda la impoluta verdad. La gente en el barrio ya la conoce y ya conoce todos sus chismes con errores graves que pueden llegar a la tragedia sino se tiene un control. Doña Valentina toma de la mano al chisme si es su compañero de vida y de existencia en la vida, cuando quedó sola y en soledad por culpa de un chisme en su juventud y, por eso, es que ella es así. Doña Valentina es la mujer más valiente de todo el barrio “El Consuelo”, con sus propios ojos de gata en el balcón de su hogar cuando desde ahí observa con esos ojos de gata la vida de todos en el barrio y realiza el más cruel de los chismes, aunque, sea verdadero o no. Los binoculares, los cuales, son sus propios ojos de gata en el balcón en su hogar, ella, sólo desea convertir la razón en discernimiento total y que todos puedan creer en su expresión. Doña Valentina es una mujer valiente, comenta el chisme o bochinche de tal forma que es muy crédulo y la gente lo cree, aunque, pueden saber de la verdad. Doña Valentina se siente como se percibe en un santiamén dentro del ocaso frío y dentro de la noche más fría cuando llega la última tarde de los viernes de todas las semanas. Doña Valentina se halla enfrente de la casa de la señora buscando más chismes de ésa señora, pero, sin saber lo que le espera. El hombre negro se confunde con Doña Valentina y con la señora que él siempre busca en la tarde de los viernes. Es viernes y es la tarde de un viernes y Doña Valentina en el coche y con un hombre de color negro, queda asustada y callada. Mientras, que el negro le habla, ella está inmortal y llena de espanto, de dolor y miedo sin saber qué le depara el destino frío con el hombre negro corpulento y fornido que busca a la señora todas las tardes y tiene que ser todos los viernes. El hombre y marido de la señora, por casualidades de la vida, llegó temprano a casa éste viernes y la halla allí vestida y lista para salir, pero, sin lograr entender que el hombre de color negro no ha llegado a buscar a su señora para las orgías sexuales que realizan con hombres de color negro. Doña Valentina es una mujer valiente, pero, sólo para el chisme, en un dime y direte, forzando que la verdad irrumpa en un cruel destino. Doña Valentina, se siente incapaz en querer decir que ella no es la señora y queda petrificada en el asiento del pasajero en el automóvil del hombre de color negro. Doña Valentina teme por su vida y, más, ella cree que ha sido secuestrada y que está en peligro por un alto, fornido y corpulento hombre negro. Doña Valentina cree que teme por su vida y, más por el temor de ser violada o abusada de piel, o ser una extorsión de vida. Doña Valentina, sólo, piensa así.   

Doña Valentina va de viaje como pasajera con ése hombre de color negro y en realidad que sin saber a dónde la lleva, ella, sólo, piensa que es una orgía sexual con diferentes hombres de color negro. El negro no le habla y hace lo mismo como con la señora vecina hasta que llegan a una mancebía de hombres de color negro. La vida cuece a fuego lento en la brasa donde ahí mismo se pudre la vida de chismes, dimes y diretes, y de bochinches ofrecidos por gente sin escrúpulos. La vida aflora, enaltece y lidera como el chisme más prohibido de todos los tiempos. El señor y marido de la señora está feliz con ella en su casa y Doña Valentina con el miedo y temor en haber sido llevada y, más, que pudo haber sido secuestrada y por un hombre de color negro. Doña Valentina piensa lo peor adherida al cristal del automóvil, como si estuviera rezando el santo rosario con las más de diez Ave Marías. Doña Valentina es llevada a la mancebía de hombres de color negro para una orgía sexual como lo que hacía la señora sin percatarse el marido de su acto infiel ni con la actuación de mujer libre. Entonces, el chisme de la señora con el hombre de color negro era más cierta que verdadera. Doña Valentina fue llevada lejos de su origen como la señora y la señora feliz con su marido en su hogar. Doña Valentina está en aprietos como del color negro. Doña Valentina se aferra a sus ojos de gata de color más azul como el del mar abierto que tenía enfrente en la mancebía con hombres de color negro y no un sólo barrio de frente al balcón. El chisme o bochinche fue la verdad como algunos chismes que son verdaderos como tan falsos, pero, ella, sólo, quería hacer lo que le hicieron a ella y no le salió tan bien. Doña Valentina se aferra a la idea en converger con el alma y, más, con la idea que la sostiene en poder creer que será salvada y llevada nuevamente a su hogar con ojos de gata en el balcón donde mira y observa a todos con ojos como los binoculares, aunque, le responden bastante mal, pero, ella es eternamente feliz. Doña Valentina se aferró y, más, se aterró al frío desconcierto en creer en sus propios chismes que hieren, matan, duelen y que hacen sufrir de quién se habla a escondidas o a las espaldas. La vida en el barrio se colma de desaciertos, inciertos y desavenencias dadas incluso e inclusive con el dolor del chisme o bochinche de barrio en el barrio “El Consuelo”. Doña Valentina es una mujer valiente, pero, se aterra cuando la llevan hacia una mancebía inerte, cruel, de hombres de color negro, la cual, es una secta o una religión de hombres de color negro, más no se sabe, o es una orgía sexual donde son las señoras las damas de la noche vestidas con los siete velos en la danza más edificada y erótica de todos los tiempos. El barrio “El Consuelo”, se dedica ser como el dolor o como el desafío frío e inerte de creer en el sufrimiento hecho, otorgado y bien estructurado cuando el chisme es la carta de presentación, la cual, se obtiene desde que el silencio se siente como el suave frío de que Doña Valentina es la mujer más valiente por creer en el alma y, más, en el suave frío en quedar sin la vieja chismosa de todo el barrio “El Consuelo”. El barrio sin consuelo, ni deserción, ni espanto y sin poder extrañar a Doña Valentina se enfrió el sentido friolento de creer que ella se mudó o se fue o se marchó del barrio sin decir nada, pero, eso a la gente le extrañó, que con los ojos de gata en el balcón no se hallan más allí como los binoculares en poder averiguar todo lo que se expresa en el barrio “El Consuelo”. Doña Valentina fríamente adherida al dolor, a los nervios, y al miedo de todos esos hombres de color negro que realizan en la mancebía la orgía sexual con señoras se debate entre una ira y una insolvente magia en averiguar todo. Doña Valentina con ojos de gata, pero, ésta vez, con ojos cerrados no desea averiguar nada ni tan siquiera abrir los ojos de gata para saber dónde se encuentra la dama.

Doña Valentina se aferra al frío, al sufrimiento y al dolor en la orgía sexual. Los hombres de color negro la confunden tanto que ella gozó, bailó y se río tanto que disfrutó mucho como la misma señora que se supone que era la verdadera señora. Las damas de todas las edades, pero, de edad avanzada gozan, se divierten y hasta ríen de lo más lindo. Doña Valentina es decidida, es valiente y, más chismosa que ninguna otra mujer en el barrio “El Consuelo”, pero, para ser una dama de compañía y, más, de un hombre de color negro va mucho trecho, se dice ella misma, pero, cómo le encantó ser dama por toda esa tarde y noche de ése hombre de color de negro. Doña Valentina se ha disfrutado todo el chisme de la señora antes de que su marido se enterara y lo pudiera saber. La vida de Doña Valentina quedó como el suburbio autónomo de creer en el alma o en el corazón dentro del deseo ambigüo, pero, sólo, en el altercado friolento se edificó la forma y con la herida más efervescente. Doña Valentina fue llevada nuevamente en el mismo automóvil hacia el barrio “El Consuelo”, donde el desafío y el delirio se edificó tanto y por todo que quiso ser el sueño más real de todos sus tiempos. Doña Valentina creía lo más fructífero en caer rendida ante la sola verdad que el chisme de la señora era tan cierto que verdadero, pero, nadie en el barrio “El Consuelo” el chisme fue crédulo. Doña Valentina llega después de su cometido cuando en el frío altercado se enfrío el deseo de ser la mujer chismosa con ojos de gata en el balcón realizando cada chisme y ahora le tocó a ella. La gente en el barrio “El Consuelo” la sorprende tanto y por todo que le dice la pura verdad, que cayó Doña Valentina en un cruel juego inmortal del chisme en el barrio “El Consuelo”. El chisme de la señora fue falso, como todo lo demás, fue una fuerte broma que el barrio “El Consuelo”, le preparó a Doña Valentina por ser la mujer más valiente y chismosa de todo el barrio “El Consuelo”. Doña Valentina en vez de enojarse quedó inmóvil y muy asustada, pero, muy feliz cuando gozó de lo lindo con la secta o religión de hombres de color negro, los cuales, se disfrutó al máximo, si fue como mirar con ojos de gata en el balcón a todo el barrio “El Consuelo” desde otra perspectiva de vida. ¿Doña Valentina aprendió a ser una chismosa por haber sido burlada con un chisme de barrio?, más no se sabe.  


FIN 

  • Autor: EMYZAG (Seudónimo) (Online Online)
  • Publicado: 23 de noviembre de 2025 a las 00:05
  • Categoría: Sin clasificar
  • Lecturas: 2
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