No todos comen lo mismo

Dulce

 

Cuando Lidia llegó al neuro psiquiátrico, llevaba un traje de pantalón y casaca verde, con una camisa blanca que dejaba ver su cuello blanco y su crucifijo.

Algo despeinada porque el corte de cabello que le habían hecho era difícil de peinar por su pelo crespo. Caminaba lento y algo encorvada -denotando cierta timidez- la cabeza inclinada a un costado y de allí observaba con sus ojos grandes y saltones. Sobre un hombre colgaba una mochila, donde llevaba sus pertenecías…pocas, ya que siempre andaba con la misma ropa. Sólo una caja de zapatos, cerrada con una cinta por un costado, llamaba la curiosidad de cualquiera. Era como un monedero que siempre llevaba con ella, debajo del brazo izquierdo.

Nadie podía saber que había dentro de esa caja. Un día una enfermera quiso mirar que había adentro y Lidia no solo ensordeció a toda la comunidad, si no que nos dimos cuenta de la gravedad de su patología.

Histeria: decían los médicos. Lidia era histérica desde que tuvo su primer cambio hormonal, desde los 12 años y si estaba medicada no tenía “arranques”, es un problema ovárico le habían dicho una vez a su madre y desde que ella murió, Lidia deambulaba de hospital en hospital.

- ¿Qué llevas en la caja?, preguntó otra interna.

- A sueco, dijo tajante Lidia.

Lidia salía al parque con la caja debajo del brazo y si no había nadie a su alrededor, levantaba la tapa y conversaba con lo que llevaba adentro…ya no era raro verla de lejos hablándole a su caja. Aunque era lo menos llamativo de ver en el psiquiátrico.

- Doctora ¿Puedo hacerle una pregunta? Me dijo una vez

-Sí, ¿qué necesitas Lidia?

- ¿Todavía está la cocinera japonesa? Me preguntó en voz muy bajita, ella hablaba siempre en un susurro.

-Por supuesto, ella es la que prepara esas comidas ricas, dije sonriente. Y me conmovió su tristeza, era evidente que allí tenía un problema.

- ¿Pasa algo Lidia?, puedes contarme lo que sea, dije en tono de confidencia.

- No, gracias. Agarró su caja y dando media vuelta se fue.

Todas las actividades eran realizadas con su dichosa caja, tanto es así que a veces en las charlas grupales, le ponían una silla al lado para que la apoyara y no le transpiraran tanto las manos.

El día que pintaron las habitaciones, los pintores iban sacando las camas y los roperitos, y en un descuido por su parsimonia al ponerse las medias…comenzó a gritar como carnero degollado y todos salieron corriendo a ver que sucedía.

- ¿Qué pasó Lidia?, le preguntamos

- Sueco, no encuentro mi caja doctora, decía llorando y caminando de un lado a otro, más rápido que de costumbre. Y a un costado de la habitación vio la caja y la agarró y besándola se la llevó al parque.

Una mañana le traía una caja nueva de zapatos porque la que ella tenía se estaba desarmando por las mojaduras y vapores del baño, ya que cuando se bañaba la caja debía quedar a la vista.

La busqué por todos lados y Lidia no aparecía, hasta que la vi arrodillada a un costado del jardín junto a los geranios. Con las dos manos estaba haciendo un pozo, toda embarrada.

- ¿Qué haces Lidia te estás llenando de barro? dije pasmada

-Del barro somos y a él volvemos, dijo sin inmutarse y sin mirarme.

-Es cierto, vamos a buscar una palita si querés sembrar, dije tomándola de un brazo.

-No quiero sembrar, se murió sueco.

Y ahí vi sus ojos enrojecidos por el llanto.

- ¿El zapato? pregunté intrigada.

- Cómo se va a morir un zapato doctora, a veces tengo dudas si vos sos doctora o paciente, dijo enojada, señalándome la caja de zapatos, ahora abierta.

Miré adentro y vi una tortuga mediana.

- ¿Una tortuga llevabas en la caja, Lidia?

- No doctora, un tortugo, se llamaba sueco no sueca.

- ¿Y estaba vivo? insistí

- Más bien, si no como va a morirse, doc… ¿sos tonta vos?, me repitió

Y me reí sin gracia por la absurda conversación.

- ¿Y por qué no la dejabas caminar por el parque en todo este tiempo?

Porque una vez me dijeron que los japoneses comen sopa de tortuga y la cocinera sigue allí.

-Vos sí que no prestas atención, concluyó.

 

  • Autor: Dulce (Seudónimo) (Offline Offline)
  • Publicado: 22 de noviembre de 2025 a las 13:49
  • Comentario del autor sobre el poema: Las historias de mis cuentos son verdaderas como esta. Buen fin de semana y , abrazo alado
  • Categoría: Cuento
  • Lecturas: 1
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