La Ley del Favor
Mi camino hacia el sustento se halla obstruido por un muro de normas arbitrarias.
El tiempo, implacable, me declara caduco para la lucha diaria del oficio.
Mi patria de origen es solo un fantasma en los mapas antiguos y polvorientos.
Los documentos que acreditan mi ser yacen incompletos en un laberinto de oficinas.
Una insignia oficial, diminuta y crucial, brilla por su ausencia en mis papeles.
Requiero la rúbrica de un superior que se esconde tras puertas inalcanzables.
Mi voz tropieza con un idioma ajeno que cierra más puertas de las que abre.
No poseo ese número mágico que abre las bóvedas de los gigantes de dinero.
El test que medía mi conocimiento me derrotó con sus preguntas capciosas.
Mi nombre fue tachado de la nómina antes de haber escrito la primera línea.
Me han arrancado el pan de hoy y de todos los mañanas que están por llegar.
No tengo a nadie que hable por mí en los pasillos donde se decide el destino.
Los años se acumulan sobre mis espaldas como una pesada carga de silencio.
Y aquellos que gobiernan nuestras vidas proclaman con desdén que ha llegado mi hora.
De acallar para siempre mi historia y desaparecer entre los desechos del mundo.
El apellido correcto es la llave maestra que abre todas las cerraduras doradas.
Un linaje de sangre azul o de uniforme garantiza un sitio en la mesa.
La recomendación de un poderoso, un guiño, un favor que todo lo soluciona.
Mientras los honestos se estrellan contra un sistema de acero y de corrupción.
Donde las reglas las escriben con tinta invisible las manos de los criminales.
La justicia es un cuento que se narra a los niños antes de dormir en su cuna.
Una fábula lejana que solo aplica a los que no tienen escudo que los proteja.
Las plazas laborales son herencias que se pasan entre familias poderosas.
Y el mérito propio es una moneda falsa que no tiene valor en este mercado.
Solo los conectados habitan los jardines florecidos del empleo estable.
La dignidad del trabajo se ha vendido al mejor postor en un remate secreto.
Tu valía no se mide por tu esfuerzo, sino por los hilos que puedes manipular.
Quienes redactan las leyes con una mano, con la otra cometen sus fechorías.
Y construyen para el pueblo una cárcel de trámites, sellos y requisitos vanos.
Mientras ellos y sus hijos celebran banquetes en sus torres de cristal blindado.
El sistema es un juego donde los dados están cargados desde el primer momento.
Si no naces en el círculo correcto, tu destino es chocar contra el vidrio grueso.
La ley es un arma flexible que se dobla para castigar solo al desamparado.
Y el sueño de un salario justo se convierte en una lucha contra molinos de viento.
Una batalla perdida de antemano en un campo minado por la desventaja.
Así, el buscador honrado, sin padrinos en las altas esferas del poder oculto.
Deambula por un desierto de negativas, de sonrisas frías y de portazos.
Cada “no” es un clavo más en el ataúd de sus esperanzas más elementales.
Cada formulario rechazado es un recordatorio de su lugar en la jerarquía.
Hasta que el cansancio vence y la resignación se instala en su corazón.
Esta es la maquinaria perfecta, diseñada para perpetuar los mismos apellidos.
Donde el crimen viste traje elegante y dicta sentencias desde su trono.
Y la única moral que perdura es la del interés y el intercambio de favores.
Mientras la mayoría lucha por migajas que caen de una mesa ya saqueada.
En un mundo donde el trabajo digno es un lujo reservado para unos pocos.
He aquí el retrato de una nación enferma, gobernada por la influencia negra.
Donde el futuro se negocia en susurros de clubes exclusivos y cuarteles.
Y donde el ciudadano común, sin red de contactos que lo ampare y levante.
Ve cómo se desvanece cada oportunidad, cada posibilidad de prosperar con honor.
Condenado a navegar un mar de imposibles por no tener el billete ganador.
-Luís Barreda/LAB
Montrose, California, Estados Unidos
Noviembre, 2025.
-
Autor:
Luis Barreda Morán (
Online) - Publicado: 21 de noviembre de 2025 a las 05:33
- Categoría: Sin clasificar
- Lecturas: 1

Online)
Para poder comentar y calificar este poema, debes estar registrad@. Regístrate aquí o si ya estás registrad@, logueate aquí.