“El miedo es un huésped que solo se vence mirándolo a los ojos.”
RC
¿Qué puede hacer uno con el miedo?
¿Estrujarlo con el puño, como si fuera un papel que no revela nada?
¿Sentarme con él en la banqueta y dejarlo allí, suspendido, mientras voy por un café?
¿Correr por pura impaciencia, por impotencia, hasta descubrir que nada cambia, que nada basta?
¿Escribir un poema lleno de incertidumbres y desamparos?
¿Comprar un boleto a Lima y repasar la noche de otro tiempo?
¿Beberme una copa de vino con la soledad de mi propia soledad?
¿Leer otra vez el libro de Juan, o Kaddish?
¿Esperar el día de mi nacimiento — para qué — para celebrar, o para llorar?
¿Qué hace uno mientras una mano se posa sobre la otra mano, incapaces de asir nada, salvo a sí mismas?
¡Nada que tenga peso, nada que salve!
Descubrir que la carne no puede tomar la noche, ni el viento, ni la alegría;
que solo sabe sufrir, y a ratos contentarse.
Que lo más cercano permanece fuera del alcance.
Que está lejos.
Mira, ya asoma la primera estrella,
y yo tengo un deseo:
arrojar al fondo del mar todos los miedos, los tuyos y los míos,
para que nunca más nos encuentren.
Mientras tanto, tócame, bésame.
Estoy vivo.
Ricardo Castillo
De: La hora crepuscular (2025)
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Autor:
Axioma (Seudónimo) (
Online) - Publicado: 20 de noviembre de 2025 a las 17:39
- Categoría: Sin clasificar
- Lecturas: 3
- Usuarios favoritos de este poema: Jose de amercal

Online)
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