Los bosquejos del ser

Los bosquejos del ser

Es como esa sensación de impermanencia, que viene y que va, que se aloja y luego se disipa, que me convoca y me expulsa, pero que pendula en una total consonancia, de estar rodeado y bombardeado de un mundo de cosas que me significan la nada misma y tener que estar implorando por aquellas que me significan absolutamente todo.

De una realidad fragmentaria, líquida e insípida, contagiosa, una telaraña de naderías repitiéndose con una precisión y constancia asfixiante, una ornamentación de dispositivos dispuestos a quebrar toda voluntad, toda resistencia, todo símbolo, todo elemento genuinamente humano. Un grito de desgarro a todos los bosquejos del ser.

Respiro profundo. Conjuro una pausa, busco los recovecos, los espacios, los breves momentos donde hallarme, reencontrarme, reconocerme, oxigenarme.

Sí, te necesito. Como se necesitan aquellas pequeñas cosas. Tus caricias, tus sonrisas, tus abrazos. Para esconderme del ruido, para cuidarme de mí mismo, de mis múltiples formas, contradictorias, opacas, rabiosas, penosas, en ocasiones luminosas y gentiles, para darme sentido en un mundo que poco a poco se desangra.

¿Estás allí? ¿Me escuchas? ¿A quién le hablo?