La Cosa Que No Era Mía

marco romero

No es mío. Este órgano. Lo di. Fue el resto —lo único, lo peor— que pude dejar para tu olvido. Y me duele ahora. No el olvido. Sino saber que era tan poco.

 

Mi corazón, ese pobre músculo tonto, es ahora una casa desalquilada. Te lo puse en las manos como quien deja una propina sucia. Y duele, sí. Duele el saber que era una moneda de diez centavos en el vasto bolsillo de tu indiferencia. No la pérdida, sino su valor mezquino.

 

Demasiado breve el pulso, como un fósforo que se apaga, demasiado fugaz el aliento, humo de un cigarrillo en un bar cerrado. ¿Perseguir sombras? Cariño, estamos hechos de la misma bruma que se esfuma en el polvo. ¿Atar al viento? Es como coser agua con hilo negro. Tu abrazo... tu asombro... tu tiempo... eran jaulas que el pájaro de la libertad detestaba. ¿Y para qué la obstinación? ¿Este afán de poseer un puñado de nada?

 

Somos solo un puñado de lunas deshechas, cristales rotos. La cicatriz del sol, sí, un latigazo en la cámara oscura de mi memoria. Los pasos que no anduvimos son cadáveres blancos bajo la nieve. Los besos, secos, polen de una flor muerta antes del labio, antes del pecado.

 

Somos este diminuto desgarro, este hilo suelto en la tela de Dios, y luego, el olvido, el gran comensal de vientre vasto, nos traga sin prisa. Sin la menor vergüenza.

 

A veces duele. Pero que me ciegue para ver al fin la cosa. El instante desnudo. Sin explicación. Sin mí.

 

¡Que duela! ¡Que reviente la vena! Quiero el dolor, la luz blanca que calcina la retina para ver al fin LA COSA. La verdad desnuda, como una puta hermosa en un callejón. Sin la excusa barata de mi nombre. ¡Sin mí!

 

Hoy juego a la vida. Sí, lo sé, me está haciendo trampa. Pero me río, ¿entiendes? ¡Me río con la boca llena de alfileres!

 

Tengo que reír. Tengo que cantar, GRITAR la alegría. Esta cosa ENORME, este órgano que no era mío. ¡VÍVELA! Te doy la orden, perra: ¡VÍVELA! Al límite. ¡AL JODIDO LÍMITE! Como si esa línea fuera un lecho de cuchillos afilados. Siente cómo corre, cómo te desgarra por dentro.

 

Corre por la SANGRE. No es jarabe de arce. ES SANGRE. Es sucia, fétida, espesa. Se toca, se lame, se bebe como un sacramento podrido. Y es TODO.

 

¡NO! No lo digas. ¡Cállate la boca! No me hables de flores o esperanza. Un castillo de arena: eso es poco. ¡TANTO MIEDO! ¡Tan poca cosa!

 

Mójate los labios en esos ojos. EL MAR. Tiene que haber un mar, una luz al final, como una pastilla de cianuro que promete paz. No me importa el final. Solo quiero EL LATIGAZO BLANCO, el fogonazo químico de la luz sobre el agua.

 

Que me ciegue para ver al fin LA COSA. El instante DESNUDO. Sin sermones. ¡Y sin mí!

 

(m.c.d.r.)

  • Autor: m.c.d.r (Seudónimo) (Online Online)
  • Publicado: 17 de noviembre de 2025 a las 01:40
  • Categoría: Triste
  • Lecturas: 3
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