Quédate hundido en mis venas,
donde guardo la sangre que reservé para ti,
la más espesa, la más viva,
la que late solo cuando te nombra.
Incrústame tu presencia,
reptando por cada hilo rojo que sostiene mi cuerpo.
Sé mi combustible, mi desgaste,
la chispa que enciende mis células
y la sombra que las devora.
Que tu amor no me abandone,
que me contamine,
que me enfiebre
que dilate mis pupilas
que me robe el aire y desarme mis pulmones,
que quebraje mi piel si hace falta
pero que nunca me deje.
Quiero funcionar como una máquina
programada para arder por ti,
para inhalar tu nombre
y exhalar los restos de mi cordura.
Sé mi cómplice en esta vida deformada,
compartamos la misma sangre,
los mismos placeres
los mismos días corroídos,
las mismas sonrisas perversas y lamentos afilados.
Seamos el día y la noche que no se sueltan
Sé el sol que me queme,
aun cuando mis ojos ya no respondan.
Seamos uno
Sé el pulso de mi sistema nervioso,
la electricidad que controla mis emociones,
y cada quejido que suelto.
Con desespero
Te entrego cada partícula mía
Destruyeme
Moldeame
Bebe de mí
Cumple cada antojo tuyo
Hasta que no quede una gota de mí
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Autor:
Guadalupe (
Offline) - Publicado: 16 de noviembre de 2025 a las 21:01
- Comentario del autor sobre el poema: A libre interpretación
- Categoría: Sin clasificar
- Lecturas: 2

Offline)
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