Atravesando

Voy atravesando días
como quien cruza un puente que todavía se está construyendo,
paso a paso, con la duda temblando en los tobillos,
pero con el corazón firme,
como si supiera que del otro lado algo me espera.

Atraveso mañanas frías,
esas en las que cuesta abrir los ojos
y el alma parece quedarse dormida.
Pero igual me levanto,
porque hasta la luz necesita un intento para nacer.

Atraveso silencios que gritan,
preguntas que no sé responder,
miradas que se fueron sin despedirse.
Me dejo doler un poco,
no por gusto,
sino porque a veces es la única forma
de recordar que todavía siento.

Atraveso recuerdos viejos,
los que perfuman el alma
y los que la rasgan sin permiso.
Pero sigo avanzando,
porque cada recuerdo es una puerta,
y cada puerta, una elección
entre quedarme o seguir caminando.

Atraveso sombras largas,
esas que parecen tragarse la fe,
pero al final descubro
que ninguna sombra dura más
que la voluntad de seguir adelante.

Atraveso miedos que se disfrazan de destino
y destinos que se disfrazan de miedo,
pero sigo,
porque hasta lo incierto
se vuelve camino cuando uno lo pisa con fuerza.

Voy atravesando noches,
esas que pesan,
esas que enseñan,
esas que dejan cicatrices que después brillan
cuando uno aprende a mirarlas sin rabia.

Y aun así, sigo,
con lo poco que sé,
con lo mucho que siento,
con lo que perdí y lo que todavía busco.

Porque eso somos:
viajeros de lo invisible,
corazones que tropiezan,
almas que caen,
y aun así se levantan
para volver a atravesarlo todo
una vez más.