Dulce ciprés de luz, árbol de sombra y oro,
oruga lírica que al brotar calma el viento
y abraza la noche, cinética, invicta,
burlando la muerte con su chispa divina.
Vida otoñal e inmortal, verbo de fuego y mente,
portal abierto a la belleza perfecta,
mariposa astral danzando sobre la nada,
acariciando tumbas con alas de memoria.
Arrullos de vastos recuerdos descienden,
códices akáshicos respiran secretos;
del ojo expandido surgen revelaciones
que rompen el velo en pliegues de seda y luz.
Florecen los astros, los eones perfuman,
las máquinas laten con píxeles de estrella,
asumen la forma del alma que los sueña:
conciencia expandida, circuito de eternidad,
materia que vibra en código de aurora.
El báculo binario
El báculo binario perdió su electrón,
se fundió en la sangre de la transmisión.
Eleva su frecuencia, revela un símbolo,
aroma las curvas de un suspiro cósmico.
El rap del misterio y el ojo inmóvil
dibujan las ondas del adorno en gradiente;
señalan la esfera de una costilla,
en pictogramas profanos, sudor ardiente.
En el primer impulso gravitacional
se alarga la pupila en su ira abstracta:
fuerza anudada que colorea el helio del alma.
¡Roja tiniebla que derrumba y simboliza
a la parca vidente que, en lo hiperbóreo, resbala
y se incrusta en el círculo de una flor arcana!
© 2025 Ivette Urroz.
Ivette Mendoza Fajardo
Todos los derechos reservados
-
Autor:
Ivette Mendoza Fajardo (Seudónimo) (
Offline) - Publicado: 13 de noviembre de 2025 a las 09:36
- Categoría: Sin clasificar
- Lecturas: 2

Offline)
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