CAFÉ?

Septimo Cielo SC

Llegó un día en el que nos tocó decir adiós,

recoger la ropa del armario, abrazarnos rotos,

cerrar los cajones, mirarnos a los ojos...

Y no entender ni cómo, ni cuándo, ni por qué pasó.

 

Ese instante en el que agarras fuerzas,

marcas un número de teléfono, casi al azar,

saludas con total normalidad, suspiras, una pausa...

- hemos decidido dejarlo esta mañana.

 

Se hizo el silencio, tan profundo fue

que pude escuchar las idas y venidas

de otras llamadas navegando entre líneas.

- Café? - Afirmé sin necesidad de hablar.

 

Entramos en un bar, nos sentamos en la mesa,

nos toman nuestro pedido, miro a la cafetera,

escucho calentar la leche, colocar los pozillos,

nos sirven con amabilidad, agradezo casi sin sentirlo...

 

En la espuma un corazón dibujado,

le echo azúcar, lo remuevo, se desvanece...

Qué ironía, el café se convirtió, sin quererlo,

en el resumen lírico de nuestro amanecer.

 

Mientras sigo removiendo con calma

el aroma torna a convertirse en tu aroma,

y sin querer ya te pienso, te dibujo en la espuma,

me rompo, te veo rota, intento unirte, se me descuadra...

 

Mantengo mil conversaciones con la persona

que me acompaña con ternura en la mesa del bar;

mil conversaciones diferentes, en las cuales sonrío,

pero jamás dejo de pensarte, de irme rompiendo a poquitos...

 

Recogemos, pagamos, agradecemos, nos despedimos...

Llego a casa, no deshago las maletas, me duele,

te pienso, te escribo, lo borro, te imagino,

me duermo, te sueño, despierto, lloro, me parto...

 

Y de repente un mensaje:

 

- Café?

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