Hay lugares en el alma donde la vida se pudre con dulzura, donde el dolor no destruye, sino que germina, como un jardín invertido que florece hacia adentro. Allí, los pétalos son suspiros que sangran en silencio, y cada raíz se aferra al vacío como si buscara redención en la oscuridad.
El aire huele a eternidad marchita, a promesas que se disolvieron bajo el peso de su propio nombre. El tiempo se curva, reptando entre los recuerdos como un amante enfermo de nostalgia.
Todo lo que fue hermoso yace deshecho, pero con la majestad de lo que no se resigna a morir. Hay rosas negras que murmuran plegarias a la nada, y sombras que se besan entre sí para no sentirse solas.
Y en medio de ese ruinoso esplendor, el alma se contempla a sí misma con ternura: herida, sí, pero aún capaz de crear belleza con sus cenizas, porque lo sagrado, quizás, no habita en la luz, sino en la persistencia de aquello que continúa latiendo, aun dentro de la podredumbre.
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Autor:
Bruno Gatica 1 (
Offline) - Publicado: 12 de noviembre de 2025 a las 15:52
- Categoría: Amor
- Lecturas: 20
- Usuarios favoritos de este poema: alicia perez hernandez, ElidethAbreu, William Contraponto, JUSTO ALDÚ, Mauro Enrique Lopez Z.

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