ESPEJOS EN TRIÁNGULOS

I_KENNETH

No se elige entre dos amores,

se elige entre dos versiones de uno mismo.

 

La casa dice rutina; la otra, novedad.

La una reclama cuentas y platos;

la otra promete luces sin factura.

 

No son dos cuerpos,

son dos espejos que te devuelven pedazos distintos.

Uno te muestra el cansancio que dejaste sin cura;

el otro te devuelve esa chispa que aún no aprendes a sostener.

 

La relación paralela no es magia:

es anestesia para la herida que no quieres mirar.

La intensidad que te enciende fuera de casa

es dopamina que celebra la ausencia de historia.

No confundas brillo con destino.

El fuego rápido quema lo que pudo crecer.

 

El triángulo nace de un esquema:

privación que exige ser vista, aprobación que se compra en furtivos mensajes,

insuficiencia que se disfraza de libertad,

impulsividad que suena a vida porque la rutina ya no grita.

Allí donde faltan límites, la indecisión florece y la fuga se convierte en hábito.

 

Antes de elegir a otra persona,

pregúntate qué estás evitando:

¿el conflicto que pide palabra?

¿la soledad que te asusta?

¿la ruina que arrastras desde antes de conocer a cualquiera?

La decisión correcta nunca nace del miedo, ni de la culpa, ni de la pulsión momentánea.

 

El problema no es la pareja ni la amante:

es la ambigüedad que te divide.

Cuando vives partido, nadie gana:

tú no creces, el otro no recibe verdad,

y lo que podría repararse se pudre en silencio.

Repetir con otro nombre duele más que decidir.

 

La pregunta adulta no es “¿con quién me quedo?”

sino: ¿qué versión de mí va a decidir?

¿La herida que busca intensidad sin historia,

o el adulto que elige coherencia y responsabilidad?

 

Si quieres claridad, detén el triángulo.

No para incendiar, sino para pensar:

no puedes ver el mapa si conduces por dos caminos a la vez.

 

Elijas lo que elijas, hazlo de frente.

Si reparas, repara completo.

Si te vas, vete por ti, no en busca de otra cura.

Y si te quedas en la ambigüedad, acepta que eso también deja cicatrices.

 

No decidas por culpa, por vacío o por dopamina.

Decide desde el espejo que te muestra quién eres de verdad.

Sentir no es falta; actuar sin responsabilidad sí lo es.

 

Que la presión de elegir no te arranque la claridad:

estás frente a un filo —elige con la dignidad del que sabe que amar implica coraje.

  • Autor: Kenneth (Seudónimo) (Offline Offline)
  • Publicado: 12 de noviembre de 2025 a las 06:40
  • Categoría: Sin clasificar
  • Lecturas: 2
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