Permítame decirle algo, señorita,
no sé, no sé lo que estoy haciendo,
usted está aquí, usted el grito agita
¿me da un momento? tomaré agüita.
Mire, mi infancia está de luto
mi barba es una recién nacida
estoy aprendiendo a no ser bruto
observe, estoy caído, derrotado.
Derrotado ante el amor insomne
amé, amé unos ojos catástrofe
pero, si usted viera cómo miraban
cómo me miraban en las noches.
Entiéndame, señora, entienda mi tristeza
es por ella que desde mi perspectiva
ha traicionado los lazos de amor
que construimos en ese salón.
Pero, que, desde su perspectiva solo amó a otro hombre
solo sintió eso que yo siento por esos ojos de cobre.
Pero, le suplico que me entienda
no puedo dejar de amarla,
no puedo dejar de llorar por ella
es un amor que aterra
y que en esta tierra
mucho no se encuentra.
La amo sin nada a cambio
me duele, señorita, me arde,
soy un poeta, duro como la roca,
ante ella me encuentro sensible cual hoja rota.
Le pido a Dios las noches sin ella
le pido a mi psicóloga otra cita,
le pido a mi madre otra plática con ella,
sobre aquel amor que en el silencio grita.
Ya lo sé, debo olvidarme de la que alguna vez me amó,
de la que ahora me hunde la estaca en el corazón.
Pero, usted, usted me entendería
usted, señora, me amó en su juventud
¿Se casó con aquel que me cambió?
¿Logró esos sueños que tanto me contó?
Señora, estoy aquí llorando,
por sus antiguos labios,
por su sacrilegio cuerpo que ahora
ahora está colmada cual olas de mar en la piel,
en su cabello de estrellas, con sus rizos de miel.
Esa mujer de la que le hablo
es esa adolescente que usted fue.
Cual muerte de ser querido usted
así murió, cuando se fue.
Y yo, recé y recé por su muerte
y yo, la enterré en lo más profundo
que cuando quise olvidarla
me olvidé de donde la escondí.
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Autor:
Jared Rosado (Seudónimo) (
Online) - Publicado: 12 de noviembre de 2025 a las 04:21
- Categoría: Sin clasificar
- Lecturas: 1

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