Ayer se desnudó. ¡Y fue un milagro!
El SEXO se hizo espectador ficticio, un siervo de la Piel.
Verla no era el arte menor del goce, sino el PAISAJE completo, más ASOMBRO que hambre, más Vértigo que Posesión.
Ella es el precipicio que no se lame, el VOLCÁN que no se baila, la Montaña que se contempla, se respeta, y nos aplasta.
Ella quiere un nombre, una etiqueta. ¡Mas yo no necesito llamarla para que EXISTA!
Su existencia es un huracán que me arrastra, un diluvio de carne.
No hay adjetivo que la merezca, ni Nombre que la digne, ni Verbo que pueda DOMESTICARLA.
El problema de no estar a la altura no es la medida del suelo, es la PROFUNDIDAD que se ignora: el ABISMO de las raíces.
Y las suyas están sembrando primaveras, abriendo caminos que mi pie teme siquiera pisar.
m.c.d.r
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Autor:
m.c.d.r (Seudónimo) (
Online) - Publicado: 12 de noviembre de 2025 a las 03:40
- Categoría: Erótico
- Lecturas: 3
- Usuarios favoritos de este poema: El Hombre de la Rosa

Online)
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