Tú sabes, Señor, de mi alma entristecida,
que, por amarla, hoy se siente destrozada,
pues el amor se le fue, qué triste herida,
dale descanso Señor a esa jornada.
Ese amor que existió, ahora ya es historia,
pues ella vivirá prendida en mi memoria,
pero guárdala, Señor, siempre allá en la gloria,
ya que el perdón llegó subiendo a la victoria.
Yo no creo, Señor, que esto me lleve al olvido,
por eso recuérdala corazón hoy te condeno,
si ayer ella fue tu adoración, el ser querido,
ámala, aunque esté muerta, que eso es bueno.
Por eso hoy te pido, Señor, por mi existencia,
que me lleves a su lado si la gloria existe,
¡oh!, divino amor, me dejaste como herencia,
el calor de tus besos que un día me ofreciste.
No la llores corazón, aunque ella esté muerta,
sé fuerte una vez más si tú lo has querido,
es hora que cierres de tu corazón su puerta,
porque ese amor se marchó, ya lo has perdido.
No te acabes la vida, ella algún día volverá,
pues está en la gloria, guarda siempre su rosal,
no la olvides, ella siempre te recordará,
porque a donde vayas ella es tu amor inmortal.
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Autor:
Federico Mendo Sánchez (
Offline) - Publicado: 9 de noviembre de 2025 a las 07:54
- Categoría: Amor
- Lecturas: 10
- Usuarios favoritos de este poema: Mauro Enrique Lopez Z., William Contraponto, EmilianoDR

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