Camiseta gris...

Cosas que nunca os he dicho...

Hoy, en el trabajo,

 

vi a una chica con una camiseta gris 

 

y un corazón brillante en el pecho.

 

Era exactamente igual que la tuya.

 

Cuando la vi, me quedé quieto unos segundos, 

 

como si alguien hubiera puesto el mundo en pausa.

 

Ella hablaba con un compañero, riendo, 

 

moviendo las manos con esa despreocupación de quienes no saben que,

sin querer, acaban de abrir una herida.

 

En medio del ruido de las máquinas

 

y de los paquetes que nunca dejan de llegar,

 

ese pequeño corazón hizo que volvieras por un instante.

 

Solo fue una chispa, un destello,

 

un recuerdo sin permiso.

 

La chica se giró y atrapó mi mirada por un momento.

 

Sonreí, por educación.

 

Ella respondió con un gesto rápido 

 

y siguió con su conversación,

 

completamente ajena a lo que había removido en mí.

 

Respiré hondo,

 

como si intentara guardarte de nuevo dentro,

 

sin que nadie lo notara.

 

Seguí caminando entre el ruido con el alma intacta,

 

y el corazón dejó de brillar cuando me alejé...

 

No era ella.

 

No eras tú.

 

Solo era una camiseta gris.

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