Amor Perdido
La mañana mostraba un cielo de plomo sin ningún destello de luz.
Encendí el radio para llenar el vacío de mi habitación silenciosa.
Una melodía antigua fluyó por la habitación como un río sereno.
Mis párpados se cerraron suavemente mientras la mente viajaba lejos.
A través del tiempo hacia un instante de dulzura y quietud.
Esa tonada despierta en mi pecho una nostalgia que no es fugaz.
Me transporta a los días juveniles llenos de risas y de esperanza.
Entonces recuerdo el parque donde jugábamos durante las tardes.
El viento movía su cabello como un suave manto de seda.
Y su sonrisa iluminaba todo a su paso con calidez.
Han pasado tantos rostros por mi vida que ya no logro contar.
Algunos nombres se diluyen en la niebla de mis recuerdos.
Pero su imagen permanece con una fuerza que no se desvanece.
Clara como la luna llena en una noche despejada de invierno.
Mientras camino sin rumbo por este largo y solitario sendero.
Cuando el cansancio invade mi cuerpo y la tristeza me abraza.
Busco refugio en las notas que dan consuelo a mi corazón.
Entonces evoco a la muchacha de trenzas que alguna vez amé.
Aquel ser que se marchó sin dejar huella ni dirección alguna.
Desvaneciéndose entre la multitud como barco en el horizonte.
Su memoria es un tesoro que guardo bajo llave en mi alma.
Aquellos momentos felices que construimos con simpleza.
Corríamos entre los árboles persiguiendo mariposas doradas.
Compartíamos historias sentados en el viejo muelle de madera.
Y prometíamos que nuestro amor jamás tendría un final.
Ahora solo me acompañan los ecos de su voz en la penumbra.
El tiempo ha pintado de gris los colores de nuestro pasado.
Pero su esencia flota en cada rincón de este pueblo dormido.
En el aroma de las flores que crecen junto al camino polvoriento.
En el susurro del arroyo que serpentea detrás de la colina.
Me pregunto si en algún lugar ella también recordará aquellos días.
Si guardará en un viejo cofre nuestras cartas y secretos.
O si habrá seguido su camino sin volver la vista atrás ni una vez.
Mientras yo sigo aquí, atrapado en el eco de su última despedida.
Bebiendo el amargo café de las mañanas sin su presencia.
Y así continúa este viaje por el paisaje de mis nostalgias.
Con la melodía como única compañera en la oscuridad.
Soñando con un reencuentro que quizás nunca llegará a ocurrir.
Mientras las estaciones cambian y las arrugas marcan mi piel.
Queda su recuerdo, más real que la fría realidad que habito.
—Luis Barreda/LAB
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Autor:
Luis Barreda Morán (
Offline) - Publicado: 7 de noviembre de 2025 a las 00:40
- Categoría: Sin clasificar
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Offline)
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