Reclama tu atención.

Flor del loto



 

Elige sabiamente, alma mía,

de qué fuego te alimentas,

qué sombra te susurra en el oído

mientras crees bailar con la luz.

 

Estudia tus temblores,

los gestos diminutos de defensa,

los “no pasa nada” que te aprietan el pecho.

 

Mira las rejas de oro

que tú mismo forjaste

para sentirte a salvo.

Mira cómo las acaricias,

cómo las defiendes

como si dentro viviera tu libertad.

 

Atrévete a cruzar las capas,

una a una,

como pieles antiguas desprendiéndose

en la danza del despertar.

 

Allí,

en el núcleo que no miente,

sé radicalmente honesto,

y exquisitamente amoroso.

 

Reconoce la maraña:

cómo manipulas para ser amado,

cómo cedes tu voz para no ser herido.

Fíjate cuando justificas,

cuando decoras las cadenas

para que parezcan brazaletes de fe.

 

Siente,

con la inocencia de un dios cansado,

cómo tu energía dorada fluye

hacia causas que no te pertenecen.

 

Entonces,

en un gesto silencioso,

reclama tu atención.

 

Haz de tu mirada

una antorcha que ilumina

solo lo verdadero.

Y deja que todo lo falso,

sin pelea,

se disuelva en su propio cansancio

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