Cavilaciones
(Wcelogan)
Me siento a charlar con mi soledad —
no por amor, sino por curiosidad que quema—.
Le pregunto qué come cuando no la miro,
si sueña con carne ajena o con deudas saldadas.
Sonríe con veneno entre los dientes,
esa mueca de quien lo sabe todo
y nada quiere confesar.
Le reprocho sus sarcasmos, la interrogo,
como un juez que audita la luna en bancarrota.
Cuando se pone altiva, le suelto un puntapié verbal;
no por crueldad —por higiene del alma—.
Se tambalea, deja caer una vieja canción,
y yo, que nunca supe barrer tristezas,
recojo los restos y los fundo en rabia.
Le incrusto un zapatazo en su silencio,
le recuerdo que no es mi amante ni mi verdugo,
apenas un trámite con uñas de sombra.
Entonces se ríe:
una risa que suena a lluvia en un cenicero oxidado,
y me lanza un refrán que no quiero entender.
Al final pactamos:
ella será monstruo dos horas,
yo dormiré sin su mano helada en el pecho.
Nos despedimos con la elegancia del hastío:
la soledad hace una mueca;
yo vuelvo a mi cama, victorioso y solo.
Porque a veces la victoria
consiste en patear el alma,
sólo para ver si aún respira.
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Autor:
Wii (Seudónimo) (
Offline) - Publicado: 6 de noviembre de 2025 a las 00:22
- CategorÃa: Reflexión
- Lecturas: 4
- Usuarios favoritos de este poema: benchy43, Tommy Duque

Offline)
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