AQUELLOS ENCUENTROS EN LA CERCANA DISTANCIA

Fuiste aquella noche, la no buscada y sin embargo te encontré: sentada en el asombro como adolescente esperando su primer beso. No te buscaba, no te esperaba, sin embargo, llegaste como encargo de los dioses, especialmente para mí. La noche no tenía nada especial. Todo era ordinario como un día caluroso de verano, solo el viento fresco de tu presencia erizaba el poema.

Tenías la voz de canto de la primavera, que el murmullo de las aves anunciaba y la ternura de una caricia del otoño, ¡Como no creer en la justicia y retribución divina! El universo se manifiesta de suave manera. El factor sorpresa, siempre ayuda al corazón a latir en la misma dirección de donde brota la sonrisa sincera, que sale de un poema, que solo dos corazones saben leer.

Me gusta todo de ti. Tu sonrisa, tu pelo, tu forma de posar para el amor, que atrapas en la esquina rota de cualquier ilusión Este amor es parecido al de cualquier poeta con la luna. Miles de enamorados y un solo dueño, visible en un cielo lejano, distante territorialmente, pero cercana al corazón, habitante cotidiano de sueños que se humedecen con el esfuerzo de alcanzarla.

Esta forma de distancia cercana. de estar tan lejos y a través de tus letras sentir tu aliento, el ritmo de tu pecho y ver como el corazón de tus letras me entona la más bella canción, en esos labios ajenos, que desean traspasar un ocano y dejarse caer desérticamente en un otoño renaciente. ¿Quién puede entender los encuentros de cada noche, de distancia y cercanía?

Qu felicidad saber que, en tus poemas, cuando hablas del encierro de tu vida y dices que no soy la tercera sombra sino la primera luz por donde tu alma escapa a todas horas. En la mañana al saludar al sol en tu ventana, en el ajetreo de tus afanes y por las noches, después de escribir un recado para mí con la luna, llegas a ese lugar de espalda con espalda y vienes a mí.

LENNOX

EL QUETZAL EN