Tu rostro antes del tiempo

Desde antes del tiempo,
cuando el alma ignoraba aún el vértigo del cuerpo,
te buscaba en el aliento del silencio,
en la música dormida
bajo la piel secreta del universo.

He sentido tu ausencia
en la luz que no se ve,
pero enciende las sombras húmedas del deseo.
Te intuí en la danza lasciva de los astros,
en la nostalgia de sueños no vividos,
en la ternura latente
que la vastedad del mundo
esconde tras su brillo de hielo.

No sé si eres tú,
o la huella sagrada
de cuando yo no era.

Eras la bruma intacta del origen,
el fulgor sin testigo,
el signo cifrado en la piel del tiempo,
un soplo que aún no sabía pronunciarme.

Pero cada vez que el mundo se aquieta,
y el corazón, desnudo, se vuelve templo,
tu rostro aparece
como una revelación sin rostro,
como el amor que no precisa forma
para ser eterno.

Y entonces comprendo
que mi piel te recordaba
desde el primer estremecimiento del cosmos,
no te llama,
te recuerda desde la eternidad del instante.

—L.T.

11/5/2025