No tengo más doctrina que tu boca,
mi credo son tus labios, y tus besos,
y muero por tenerte entre mis brazos
bajo el gris desolado del invierno.
El frío se eterniza en mi tejado
recubriendo mis noches de silencio,
a gloria ya no suenan mis campanas
ni fulgen las estrellas en mi pecho.
¡Qué camino más largo hasta tus manos!,
¡cuánta espina clavada entre mis dedos!,
¡qué senda tan estrecha hasta tus ojos!,
¡cuántas rosas marchitas en mi pelo!
Vago en la inmensidad de mi delirio,
los pájaros detienen su aleteo,
ya no oigo los susurros de sus cantos,
¡sólo oigo... los ladridos de los perros!
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Autor:
Rosario Bersabé (Seudónimo) (
Offline) - Publicado: 5 de noviembre de 2025 a las 06:52
- Categoría: Sin clasificar
- Lecturas: 90
- Usuarios favoritos de este poema: Francisco Javier G. Aguado 😉, JoseAn100, Poesía Herética, Lualpri, Mauro Enrique Lopez Z., antonio cuervo, Classman, Nelaery, JUSTO ALDÚ, Alqalat, Salvador Santoyo Sánchez, Tommy Duque, EmilianoDR, rosi12, 🇳🇮Samuel Dixon🇳🇮, Fabio de Cabrales, Javier Julián Enríquez, Andiuz, Ricardo Castillo.

Offline)
Comentarios3
Un melancólico y en cierta medida, triste relato. Pero precioso en las formas.
Me encantó leerlo en esta mañana nublada de noviembre...al menos aquí en Valladolid.
Un abrazo para ti, Rosario.
Muy bien llevado. A medida que el texto avanza, el tono se vuelve más sombrío: el amor idealizado se enfrenta al vacío y al deterioro emocional. Las imágenes del invierno, el silencio y las espinas acentúan esa sensación de pérdida y soledad. El cierre, con el contraste entre el canto ausente y los ladridos, subraya la caída del amor sagrado a la crudeza terrenal-
Saludos
Bonitos versos, algo tristes; pero a veces la realidad es gris. Saludos cordiales.
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