No tengo más doctrina que tu boca,
mi credo son tus labios, y tus besos,
y muero por tenerte entre mis brazos
bajo el gris desolado del invierno.
El frío se eterniza en mi tejado
recubriendo mis noches de silencio,
a gloria ya no suenan mis campanas
ni fulgen las estrellas en mi pecho.
¡Qué camino más largo hasta tus manos!,
¡cuánta espina clavada entre mis dedos!,
¡qué senda tan estrecha hasta tus ojos!,
¡cuántas rosas marchitas en mi pelo!
Vago en la inmensidad de mi delirio,
los pájaros detienen su aleteo,
ya no oigo los susurros de sus cantos,
¡sólo oigo... los ladridos de los perros!
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Autor:
Rosario Bersabé (Seudónimo) (
Online) - Publicado: 5 de noviembre de 2025 a las 06:52
- Categoría: Sin clasificar
- Lecturas: 1

Online)
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