El dolor selvático (estancias)

Fabio de Cabrales

Acongojado frente a las riberas
en la tierna compaña de las flores,
al verde por testigo de mi canto
pongo, adjunto a las aguas pasajeras.
Aguas frescas que gozan mis ardores:
aumenten su volumen con mi llanto,
mientras es mi quebranto
el eco de mi lira enardecida.
Los pájaros, las flores y los ríos
escuchen y se graben de mi herida
la historia y los sucesos siempre míos,
y mientras por el verde voy deshecho,
la pasión se confirme que sospecho.

La cuadrilla monstruosa de la selva
venga ya, acompañando mis dolores:
el colérico tigre, el suelto loro
con sus imitaciones; se devuelva
el zorzal a su nido; venga en flores
la anaconda que hiere con decoro;
de Oriente venga el toro,
de Occidente que venga el lobo fiero;
que venga el hipopótamo del río
acompañado del león soltero;
vengan a acompañar al llanto mío,
y sepa el mundo entero que no hay hombre
que sufra más que yo, y al mundo asombre.

Por mi dolor, que venga de Santiago
con su boca de aguas el Mapocho;
la nieve caiga de la cordillera,
que estrelle el cóndor su volar aciago
en el túmulo de ansias que derrocho;
que venga de la austral zona ligera
la corriente soltera
de Humboldt con sus patas; que la espuma
del Pacífico Océano ya aumente.
Que por ella mi patria sufra, en suma,
por mi dolor sencillo, y que la gente
recuerde por la noche y por el día
eco eterno de mi áspera agonía.

Piense el mundo tu nombre, soberana
que en mi dolor hiciste un duro lecho.
Sepa el mundo que fuiste lo que leo,
que te digo por máscara Liliana
sin ocultar, no obstante, que a mi pecho
le duele el escondite en que te ideo,
a la par que paseo,
de salto en salto, mi agonía ardiente.
Por mis palabras sabes bien quién eres,
hermosa dibujante de mi mente
que dibujas pesares donde quieres.
Acabe ya mi duda y mis respuestas
sabiendo que dos años más te gestas.

Tú que fuiste, Liliana, lo que leo
al contemplar la reluciente aurora,
me dejas gran sospecha, y yo me duelo,
según se abstiene en ira mi deseo,
de pensar tu pasión aterradora.
Mas bien sé que es la ley del alto cielo
que sufriera por suelo
la manera en que pienso mil sospechas,
y así me paso herido en desventura
sabiendo tus pasiones satisfechas,
adorando perdido tu hermosura.
¡Oh, dolores ardientes que se escuchan
cuando con rabia mis sentidos luchan!

Tú que fuiste de plumas lecho mío
donde posaba mis congojas fieras,
y fuiste llama dando mil fatigas,
dime ahora si es cierto desvarío
que buscas, en pasiones ya certeras,
a otra persona; quiero que me digas
si es que es de tus amigas,
o en tus amigos: por los celos, ¡dime!,
que al paso por los cielos no sospecho,
sino que por los celos se me oprime
de irregular manera el hondo pecho.
Si la sospecha es cierta, en fin, merezco
por amarte el dolor que ya padezco.

Canción desesperada, nunca vuelvas;
vuela pronto al oído de Liliana,
o fallece volando frente al viento.
No me llames mañana,
y si llegas, ya nunca te devuelvas:
ella sepa mi lóbrego tormento,
y las sospechas que mi mente advierte
acaben dándome violenta muerte.

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  • Autor: Fabio de Cabrales (Seudónimo) (Online Online)
  • Publicado: 5 de noviembre de 2025 a las 01:52
  • Comentario del autor sobre el poema: Poema que hice para clases de Lengua. Son estancias de trece versos en rima ABCABCcDEDEFF (rima que usa Fernando de Herrera en su poema que empieza en «Voz de dolor, y canto de gemido»). La tornada, o remate, rima en ABCbACDD. El poema referencia también a Grisóstomo: de hecho, fue inspiración para escribir este poema. ¡Saludos!
  • Categoría: Amor
  • Lecturas: 3
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