Sentada en el avión, mirando por la ventana mientras el mundo debajo se alejaba, sentí un nudo en la garganta. Mi nombre es Dania Torres, y estaba a punto de embarcarme en una aventura que cambiaría mi vida para siempre. Recordé la despedida de mis amigos de la infancia, los profesores que se convirtieron en mi familia, las clases de defensa personal que me enseñaron a encontrar fuerza en la adversidad. El rugido de los motores del avión me sacó de mis pensamientos, y sentí un estremecimiento de emoción y miedo. ¿Qué me depararía Nueva York? Solo el tiempo lo diría."
El anuncio del aterrizaje inminente me sacó de mi ensimismamiento. Mis padres, absortos en sus papeles y documentos, no se habían dado cuenta de que yo estaba allí, compartiendo el viaje con ellos. A veces me pregunto si realmente saben que tienen una hija. Sonreí para mis adentros, sacudiendo la cabeza.
Al desembarcar, el ritmo frenético del aeropuerto nos envolvió. Corrimos de un lado a otro, siguiendo las señales que indicaban la salida. Nuestro auto contratado nos esperaba, y pronto estuvimos en camino hacia nuestro nuevo hogar, un departamento en uno de los mejores edificios de Nueva York.
El tráfico de la ciudad era abrumador, pero finalmente llegamos a la entrada principal de nuestro edificio. Un recepcionista amable nos recibió con un cálido saludo y nos acompañó al hall donde debíamos realizar la inscripción final. La fatiga del viaje y la mudanza comenzaba a hacerse sentir, pero sabía que aún teníamos que superar algunos obstáculos antes de poder descansar.
La inscripción en el hall del edificio fue rápida y eficiente. El recepcionista nos entregó las llaves de nuestro departamento y nos deseó la bienvenida a nuestra nueva vida en Nueva York. Mientras subíamos en el ascensor, no pude evitar sentir una mezcla de emociones: emoción por lo que estaba por venir, pero también nostalgia por lo que habíamos dejado atrás.
Al entrar en el departamento, mi mirada se posó en la impresionante vista de la ciudad. De repente, escuché un ruido proveniente de la terraza. Me acerqué y vi a un chico de mi edad, con el cabello despeinado y una sonrisa encantadora, que estaba regando las plantas de su departamento, que estaba justo al lado del nuestro.
Nuestras miradas se cruzaron, y él se detuvo en seco, sonriendo. 'Hola', dijo, 'soy Ethan. Deben ser los nuevos vecinos. Me sentí un poco avergonzada por haberlo pillado mirando, pero le devolví la sonrisa. 'Soy Dania', dije. 'Acabamos de llegar'.
Ethan se acercó a la barandilla que separaba nuestras terrazas y empezamos a charlar. Me preguntó sobre mi familia y por qué habíamos decidido mudarnos a Nueva York. Le conté sobre el negocio de mis padres y cómo estábamos empezando de cero.
Mientras hablábamos, noté que Ethan parecía tener un aire de misterio. Había algo en él que me intrigaba. ¿Quién era este chico y qué secretos escondía?
Mientras seguíamos charlando, Ethan mencionó que había una fiesta de bienvenida en el edificio esa noche. 'Es una tradición del edificio', dijo con una sonrisa. 'Todos los nuevos vecinos son invitados. Deberías venir'.
Me sentí tentada. La idea de conocer a más personas en mi nuevo hogar era atractiva. '¿Qué hora es la fiesta?', pregunté.
Ethan miró su reloj. 'Empieza a las 7 pm. Te puedo mostrar el lugar si quieres'.
Asentí, y quedamos en encontrarnos en el lobby a las 7 pm. Después de que Ethan se fue, me sentí emocionada por la perspectiva de conocer a más personas en mi nuevo hogar.
Así que decido ir a disfrutar de la fiesta con Ethan. La música era divertida y la gente era agradable. Ethan me presentó a más personas, y pronto me sentí como si hubiera conocido a todos en el edificio.
La noche pasó volando, y antes de que me diera cuenta, Ethan estaba caminando conmigo hacia el ascensor. '¿Te divertiste?', me preguntó, sonriendo.
Asentí, sonriendo también. 'Sí, mucho. Gracias por mostrarme el lugar y presentarme a todos'.
El ascensor llegó, y Ethan se detuvo frente a la puerta. '¿Quieres que te acompañe a tu departamento?', me preguntó.
Me sentí un poco nerviosa, pero asentí. 'Sí, estaría bien'.
Subimos en silencio, y cuando llegamos a mi departamento, Ethan se detuvo frente a la puerta. 'Buenas noches, Dania', dijo, mirándome a los ojos.
'Buenas noches, Ethan', respondí, sonriendo, ingresando al departamento.
Pronto me encuentro recostada en mi cama absorta en mis pensamientos esa noche recordando el legado de mi abuelo que aún resonaba en nuestra familia. Después de años de trabajo arduo y sacrificio, mis padres habían logrado construir un imperio empresarial desde cero. La ayuda de mi abuelo había sido fundamental en los primeros años, y su partida había sido un golpe duro para todos.
Pero su testamento había sido claro: todo lo que quedaba era para nosotros, para cumplir sus sueños y seguir adelante con las fábricas de producción que él había ayudado a levantar. Mis padres habían trabajado incansablemente para hacer que su sueño se convirtiera en realidad, y ahora estábamos en Nueva York, listos para expandir nuestros horizontes y llevar nuestro negocio al siguiente nivel.
Al día siguiente, todo era un caos por los detalles que se debían finalizar y lo más importante, debido a que el verano se desvanece rápidamente y necesito encontrar una escuela para terminar mis estudios. La recomendación es unánime: el Instituto Jefferson de Nueva York es la mejor opción. Aunque queda a varios kilómetros de nuestra casa, estoy dispuesta a hacer el viaje. Y así comienza esta nueva aventura."
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Autor:
Luciernaga30 (Seudónimo) (
Offline) - Publicado: 4 de noviembre de 2025 a las 21:18
- Categoría: Cuento
- Lecturas: 3

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