Separados por kilómetros y horas, la distancia se vuelve eterna.
Espero que el buzón de voz responda una vez más, solo para escuchar esa voz cálida y alegre que aún me hace vivir.
Pasan los días, y sigo esperando que el tiempo se detenga un poco, solo para sentir tu calor.
Recuerdo tus palabras, tu risa, tu mirada, y cómo hacías que nada pareciera imposible. Pero ahora, en este silencio, solo me queda el eco de tus abrazos y tus besos.
Recibí tu último suspiro entre lágrimas y dolor, y en ese instante mi corazón se detuvo. “No te preocupes por mí, amor”, dijiste, “aunque mi alma no esté aquí, siempre estaré contigo”.
Guardo en mi pecho nuestras noches de desvelo, las conversaciones al teléfono, las risas, los sueños. Mientras tu cabello caía y tu cuerpo se debilitaba, mi amor por ti solo crecía, y el dolor se hacía más hondo.
Ahora, en este vacío, solo me quedan tus palabras, tus recuerdos y mi dolor. Pero sé que sigues conmigo, en cada latido, en cada suspiro.

Offline)
Para poder comentar y calificar este poema, debes estar registrad@. RegÃstrate aquà o si ya estás registrad@, logueate aquÃ.