No me vengas con promesas,
ni con esas palabras que huelen a vino barato.
He dormido en camas más frías
que la voz con que me dices te quiero.
No tengo flores,
ni la pureza que te inventaron las novelas.
Solo tengo un cuerpo cansado
y un corazón que aprendió a fumar tristeza.
Te diría que te amo,
pero eso suena a mentira repetida,
a estampilla usada,
a postal que nadie quiso mandar.
A veces quisiera romperme en silencio,
como una mujer que ya no espera,
que se ha tragado los “para siempre”
y ha sobrevivido a cada uno.
He sangrado poemas sobre mesas sucias,
he llorado con las piernas abiertas,
con la rabia que no cabe en los diarios
ni en los templos de las buenas conciencias.
Y aun así —maldición o milagro—
cuando me tocas,
algo pequeño y sucio
se enciende dentro de mí,
como un fósforo que no quiere apagarse.
No, no soy tu salvación.
Tampoco tu condena.
Soy la herida que camina con tacones rotos,
la mujer que se ríe del amor
mientras lo espera.
Y tú, si tienes valor,
bésame sin rezar.
Hazlo como se besa al abismo,
sin miedo, sin futuro,
sin maquillaje.
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Autor:
Diego Pantoja (Seudónimo) (
Online) - Publicado: 4 de noviembre de 2025 a las 00:24
- Categoría: Amor
- Lecturas: 2
- Usuarios favoritos de este poema: benchy43

Online)
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