La delgada línea de decirte tan poco, y tanto el quererte
mi boca es una tumba que guarda ese silencio.
El amor es un invitado. Se sienta y bebe mi bilis. No es vino. Es náusea pura. Un gusano clavado en la carne viva de mis costillas.
Eres justo el hueso que me rompe al respirar y el clavo oxidado que me pide la tumba.
Un alfiler bajo el mantel que se me clava cuando limpio el jueves la mesa del mundo.
El sitio exacto donde me estorbas para vivir y me eres fatalmente indispensable para morir.
Mi cuerpo no es mío. Empieza donde está tu sed, verso o cifra de mendigo; te amo con la hemorragia vertical que el médico no logra detener. Mi sangre es tu paga, el vuelto de un cadáver.
m.c.d.r
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Autor:
m.c.d.r (Seudónimo) (
Offline) - Publicado: 3 de noviembre de 2025 a las 18:54
- Categoría: Triste
- Lecturas: 5
- Usuarios favoritos de este poema: Jose de amercal, alicia perez hernandez

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