El silencio...

Algunas veces, uno dice lo que quiere decir, pero muy mal dicho.

Como si las palabras tropezaran antes de dar el paso,

como si el miedo las obligara a escaparse a medias,

a salir torcidas, incompletas...

con la voz temblando en mitad del intento.

Dejando en el aire una versión desdibujada de lo que realmente sientes.

Luego todo se complica...

La otra persona escucha desde su propio ruido,

desde sus heridas,

y lo que tú crees una confesión termina sonando a reproche, 

una caricia a distancia que se vuelve frontera.

A continuación...

El silencio.

Ese que no entiende de intenciones,

que no perdona las malas formas,

y te deja frente a tus propias palabras,

con la esperanza inútil de poder decirlas otra vez, 

pero bien...

Sin herir.