Súplica de un Amor Pasado

Luis Barreda Morán

Súplica de un Amor Pasado

Cada vez que su rostro aparezca en tu camino,
envuélvela con la calidez de un sentimiento genuino y constante,
protegiendo su espíritu de la sombra de la soledad con tu afecto,
ocupando cada espacio de su mundo con tu compañía y tu anhelo,
llenando sus días de seguridad con tu presencia y tu trato.

No dudes en demostrarle tu pasión en cualquier sitio o momento,
aprovechando cada segundo que el destino les preste para amarse,
disfrutando la dulzura que brota de sus labios sin vergüenza,
desafiando las miradas ajenas con tu devoción y tu entrega,
celebrando cada instante de unión con arrojo y con firmeza.

Esa dama extraordinaria que eligió compartir sus mañanas contigo,
merece cada promesa y cada muestra de tu leal cariño,
es una joya frágil que ilumina tu existencia con su risa,
una luz que transforma las penas en esperanzas renovadas,
y por eso debes guardarla con esmero y admiración profunda.

Ámala con la certeza de que su corazón es noble y sincero,
ella jamás trazará heridas en el alma que la venera,
aunque a veces su temperamento sea intenso como el fuego,
y sus dudas o sus enojos muestren su lado más sensible,
pues su esencia pura justifica cada prueba y cada esfuerzo.

Siente orgullo al recorrer el sendero de la vida junto a ella,
sabiendo que eres el elegido para escuchar sus secretos,
el refugio donde deposita su confianza y sus sueños,
el hombre que despierta sus suspiros y sus alegrías,
y camina con la cabeza alta por tener su devoción.

Aunque para mí sea difícil aceptar este nuevo destino,
pues en mis sueños ella regresa con su voz y su mirada,
y al abrir los ojos siento un vacío que me ahoga y duele,
al comprobar que mi lugar en su vida ya está ocupado,
y que soy sólo un vestigio de lo que un día pudo haber sido.

No permitas que el dolor toque su corazón por tu falta o descuido,
evita las equivocaciones que cometí por mi torpeza,
regálale versos que dibujen sonrisas en su semblante,
confiesa con palabras simples que es tu dueña y tu todo,
y cumple cada deseo que habita en su imaginación y su alma.

Satisface con valentía cada anhelo que ella te confiese,
no coloques límites a la expresión de tu amor más profundo,
ofrécele sin reservas lo que yo no supe o pude darle,
entregando tu tiempo, tu paciencia y tu entendimiento,
haciendo realidad las ilusiones que en sus ojos veas brillar.

Cuídala por mí, te lo suplico con el alma en mis palabras,
pues aquella que descansa ahora entre tus brazos protectores,
fue el gran amor que marcó mis años y llenó de sentido mis días,
la razón de mis canciones y el eco de mis madrugadas,
la dueña de un pedazo de mi ser que ya no me pertenece.

Consérvala con ternura, como el tesoro que ella representa,
y permite que su felicidad sea mi última y única esperanza,
mientras aprendo a vivir con el silencio que dejó su partida,
rogando que su jornada a tu lado sea plena y eterna,
y que mi plegaria viaje en el viento hacia tu conciencia.

—Luis Barreda/LAB

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