DIVINAS TARDES...

Lucía gómez

Hay que andar despacio

por los senderos de la vida.

Mirar desde el balcón a los amantes

y escuchar las campanas desde un rincón

apartado de la casa.

Ir por los parques en las divinas tardes

y recordar el último beso

y todos sus misterios.

Componer un verso delicado

para algún loco desprevenido

y leer a Shakespeare, a Neruda, a Lorca.

¡Hay que andar despacio y sin afanes!

Aceptar los instantes

y sonreírle al tiempo,

que dejó tatuadas

tantas estrellas en la frente.

L.G.

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