Mi maldición

Te tengo la necesidad de contar mis penas, me siento despreciado por mi mismo, maldito el día en que les cuento esto, tanto es mi odio que en este momento soy capaz de terminar mi dolor con una estaca en el corazón.

¿Cuál será la pena que me acoge tanto?

Toda mi vida e sido un ser amante del amor, que debido a las circunstancias de la vida no tuve la oportunidad de amar a una mujer, aun peor he tenido que tragarme y esconder mis sentimientos como mis ganas de declarar que amo, jamás me preocupe por esta conducta desordenada, pues en más de una ocasión me ha mantenido al margen de lo que se espera de mí y sobre todo me ha mantenido a salvo de ser lastimado por un amor no correspondido.

Esta manía me a jugado la peor de las traiciones, que una mente le puede jugar al portador, me a rebatado el momento que mas estuve esperando en este maldito andar al que llamamos vida, a usted lector le pido que no profane esta confesión con su indiferencia.

Fue como si el universo y el tiempo se hubieran puesto de acuerdo para que yo compartiera ese salón solitario ausente de vida, en ese momento solo tenía que confesar lo que mi corazón tanto quería gritar.

Ella estaba tan bonita que las flores le tenían envidia, sus ojos brillaban más que las estrellas, su cuerpo era tan hermoso que me nacía de las entrañas abrazarla con cada musculo de mi cuerpo, tan solo verla me llenaba el cuerpo de éxtasis.

En el momento en que estaba por pronunciar mi mas gran anhelo mi cuerpo me traiciono, mi mandíbula no se movió, mis pulmones no se inflaron, mi lengua se durmió y como si mi tormento fuera poco mi mente era consciente que era incapaz de pronunciar “Te amo” a la mujer que tenía a mi corazón latiendo por ella, durante un tiempo intente decir “Te quiero”, pero mi maldición secuestro mis palabras.

Estoy condenado a no poder decir “te amo” a la mujer que deseo, peor aún estoy obligado a decir “Te amo” a una mujer a la que no siento nada.