Día de muertos

Cristian White

Puse en mi altar el rostro de mis difuntos.

Esas personas que por años me quisieron,

me dieron todo y me regalaron sueños

a cambio de nada.

 

Antes tuve que comprar lo que a ellos 

en vida les gustaba; libros de poesía,

cigarros, alcohol, amor, frutas de deseo,

anhelos de medio día, besos de noches.

 

Ordené todo, antes de poner mi altar

barrí la casa, lave la ropa, escoré todo

lo desordenado y por último bañe al perro.

 

Cuando terminé todo, ahora sí puse la comida:

pan de muerto con cenizas de olvido,

píib de melancolía y tristeza,

dulces de lejanía y soledad,

chocolate de lágrimas y agua bendita

de las mejillas de mi madre.

 

Luego coloque las velas para iluminar

la cena, puse dos en la puerta de mi casa

para que los difuntos sepan que aquí hay comida y agua, 

también para que puedan descansar.

 

Unas horas después las almas llegaron;

se sentaron junto a la mesa, se sirvieron

la comida y bebieron del agua y el chocolate.

Comían alegres, sin pena, sin timidez,

convivían entre ellos y cuando estuvieron

a punto de terminar uno de ellos se levantó

de su asiento y dijo unas palabras:

 

Por los vivos, 

por los que volvieron, 

por los que se van.

Por esas almas que caminan el inframundo

que conviven con el pecado

y sufren su victoria. 

Para aquellos que amaron

sin nada a cambio 

y los que en dolor

fueron refugio

de las mariposas en busca de un hogar.

 

Levantó su jícara y brindó, todos hicieron lo mismo

y cuando levanté mi rostro la única foto

que veía en el altar era la mía.

  • Autor: El rey pálido (Seudónimo) (Online Online)
  • Publicado: 1 de noviembre de 2025 a las 15:19
  • Categoría: familia
  • Lecturas: 1
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