El blanco nació primero,
puro silencio de la mañana,
como un suspiro que aún no tiene nombre,
como un comienzo que todo lo guarda.
Después vino el rojo, valiente,
gritando amor, vida y herida;
se alzó como llama impaciente
para decir: ¡estoy viva, soy vida!
El azul llegó sin ruido,
con el alma del viento y del río,
pintó la distancia, el olvido,
y el eco suave del rocío.
El verde brotó en la tierra,
humilde y lleno de calma,
y en cada hoja nueva encierra
un latido pequeño del alma.
El amarillo rió de alegría,
trajo el calor del mediodía,
es chispa, es canto, es melodía,
es sol bailando en la vida mía.
El violeta cayó del cielo,
como oración, como misterio,
mezcla de noche y de anhelo,
sabio color del universo entero.
Y el negro, que muchos temían,
fue abrazo, fondo, guarida fría;
en su sombra, los otros vivían,
porque sin noche… no hay luz del día.
Así los colores se fueron uniendo,
pintando el mundo, riendo, sintiendo;
y cada uno, con su verdad,
hizo del alma… su eternidad.
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Autor:
Daniii (Seudónimo) (
Online) - Publicado: 1 de noviembre de 2025 a las 08:20
- Categoría: Sin clasificar
- Lecturas: 3
- Usuarios favoritos de este poema: mauro marte

Online)
Comentarios1
Muy creativa descripción de los colores. Felicidades
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