Canto a la Mujer Completa

Mujer de temple, raíz profunda y fuerte,

que ama su alma, sin pedirle a la suerte.

Sus ojos, luceros de volcán dormido,

su piel, la historia de un camino vivido.

Errar es humano, senda de aprendizaje,

levanta su frente, sin mostrar ultraje.

Trabaja para sí, su propio sustento,

amiga sincera, consuelo y aliento.

No tolera el yugo, la sombra del mal,

alza su voz, aunque le cueste el pan.

Defiende al débil, con furia y bondad,

sin importar si la juzgan, sin piedad.

Su cuerpo, poema de curvas y miel,

sensualidad pura, que florece en su piel.

Ama su silencio, su íntimo rincón,

pero sueña un eco, una fiel canción.

Y ríe, sí, ríe a carcajadas claras,

aunque el mundo le diga que no es sensato.

Única y libre, rompe las ataduras,

su felicidad, escudo y retrato.

Si el amor llega, se entrega sin dudar,

cuida y atiende, con alma y con ardor.

Pero si no llega, no se desespera,

su ser completo, su mayor tesoro.

Madre es también, con huellas en su piel,

amor entregado, sin perder su ser.

Mujer completa, que florece en cada rol,

con fuerza y ternura, ilumina el sol.

Si el amor llega, será bienvenido,

si no, su alma seguirá florecido.

Mujer completa, dueña de su destino,

libre y dichosa, bajo el sol divino.