Trato de dejar atrás lo que ya no me pertenece,
pero Google insiste en recordarme mis mejores momentos cada día.
Fotos en las que sonrío con una naturalidad que ya no reconozco,
lugares a los que no quiero volver,
rostros de ayer que regresan hoy a visitarme,
fragmentos de un pasado que brilla más en la pantalla que en la memoria.
Me llegan como destellos de otro tiempo,
una risa detenida, una mano que aún busca la mía,
el mar recortado detrás de un beso que ya no existe.
'Tal día como hoy', dice la notificación,
como si la nostalgia fuera un servicio más,
una suscripción involuntaria a lo que fui.
Ahí estoy...
Congelado en una alegría ajena,
observándome desde los días que se fueron,
sin saber todavía que ese instante será una herida con fecha y hora.
A veces me quedo mirando esas imágenes demasiado tiempo,
tratando de recordar que sentía en ese momento e intento volver a él.
Otras veces las borro sin mirar, como si eliminar la foto pudiera reescribir la historia.
Pero ni siquiera eso sirve.
El algoritmo me conoce demasiado bien...
Me devuelve recuerdos repitiéndose en bucle como una tortura perfecta,
pero nunca me devuelve olvido.
Empiezo a pensar que la memoria digital es el infierno más sofisticado que hemos creado,
una eternidad ordenada por carpetas,
Donde es imposible cerrar sesión.
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Autor:
Cosas que nunca os he dicho... (
Offline) - Publicado: 31 de octubre de 2025 a las 09:33
- Categoría: Sin clasificar
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Offline)
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