Dicen que anda por ahí,
como un retazo de luna perdida.
Lo vi una vez,
cuando el sol sangraba en los techos de zinc
y los gallinazos rondaban las letrinas.
Tenía los pies cuarteados
por el cemento,
y los ojos, muchacho…
los ojos eran dos brasas apagadas
que aún sabían de ternura.
Cuentan los viejos de la plaza
que nació de la brisa y la basura,
que su madre fue la madrugada
y su padre, el viento
que se cuela por las rendijas de los patios.
Dicen que, en las noches,
cuando la luna se descuelga lenta,
se le ve rondar los huertos abandonados,
esperando que alguien lo llame por su nombre,
ese nombre que se perdió,
como tantos otros,
en los libros de la iglesia.
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Autor:
Terencio Tarazona (Seudónimo) (
Online) - Publicado: 31 de octubre de 2025 a las 08:28
- Categoría: Sin clasificar
- Lecturas: 1

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