Pentagrama del lino

Ivette Urroz

Repico la música áspera del lino

bajo mis parasoles lentos, en la pupila gris.

Un numen resbala por dentro,

de la médula al signo desnudo.

 

Gotea en mí el candelabro, su canto febril;

olvido la fugaz hoguera, silbo mi desilusión.

Hiende el techo una espina de hierro

y mi sombra se parte, allá y acá.

 

Huelo el hechizo, el humo imprudente,

las sábanas dormidas en pentagramas.

Cruje mi pulso. Se arquea la copa hasta invernar.

 

Afuera resuena el barro que llevo,

mis pisadas de plomo en su noche trágica.

Un mechón de mi cabello se me escapa,

recordando en ademanes.

 

Y yo —me ato los cordones con entraña cálida,

me hundo levemente y sigo existiendo.

Ivette Mendoza Fajardo

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