DOS NÁUFRAGOS EN UNA TRISTE HISTORIA CON UN FINAL INMINENTE

Éramos dos perdidos en una de las calles del dolor, acariciando la nostalgia de esos días que realmente no sabíamos si habían sucedido o inventados en momentos de ausencia. Una mezcla de olores que no recordaban rostros y la noche silenciosa y oscura que avanzaba haciendo temblar las sombras de ese pasado roto sobre la baldosa como brújula pisada por un abandono

Y aquí estamos los dos recordando, tratando de no sangrar, conteniendo el aliento de despedida sin explicaciones ni llanto visible, pero con un derrumbe interno de muerte que tardaba en llegar con tu prisa de marcha y la tarde a lo lejos, sangrando en el poniente, mientras en el cielo aparecían pequeñas luces como lagrimas del universo, por esta triste historia y su final inminente.

Los pasos del olvido tienen un sonido particular que se adhieren al pensamiento y permanece ahí, aunque sean de pasos que caminaron sobre algodones. El eco de los pasos de alguien que se fue no requiere de las últimas palabras. Pues su eco es semejante a una bomba de contacto que cae sobre una comunidad de pensamientos hacinados en lo que se pensaba una vida feliz.

Los caminos bifurcan entre amantes y el mismo camino junta los dolores de una herida sangrante evitando la gangrena de un amor, que no debió iniciar y no pudimos parar. Esa maraña de espina como corona de nazareno que siempre quisimos componer y solo afilamos las puntas, que tarde que temprano harían sangrar hasta las cuerdas de la guitarra y sus notas de cualquier tarde.

Está bien que te marches, que busques un mañana mejor. Mi cielo va a seguir siendo nublado, quizá haya lluvia, pero el renacer vendrá, Tardara sí, Pero aprenderé. He aprendido a caminar, a cantar otras canciones, a obtener lo que merezco. Me he encontrado a mí mismo y me he hecho amigo de mi alma, converso con el corazón y nos reímos yo y mi espejo y vuelvo a sonreír igual.

LENNOX

EL QUETZAL EN VUELO