Ese día sentí la mayor alegría,
pues conocía al amor de mi vida.
Su mirada encantadora, su bella sonrisa,
como si Dios me enviara un ángel en la villa.
A los once, ya sabía lo que quería:
una vida entera con esa niña tan linda.
Me transmitió un sentimiento de armonía,
como si, por un segundo, entendiera la vida.
Creí ver a un ángel descendiendo del cielo,
pero era ella bajando por un sendero,
en medio de una fiesta cualquiera,
donde su luz volvió mágica la primavera.
Las púas del reloj marcaron las doce,
mi hora de despedida, aunque no quise irme.
Nunca me gustaron las fiestas, lo admito,
pero en esa me quedé… por ver su sonrisa un ratito.
Hoy, aunque el tiempo vuele sin detenerse,
sueño con un atardecer junto a esa mujer,
la misma que, sin saberlo,
a los once, me enseñó lo que era querer.
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Autor:
JJIL (
Offline) - Publicado: 29 de octubre de 2025 a las 23:06
- CategorÃa: Sin clasificar
- Lecturas: 27
- Usuarios favoritos de este poema: MISHA lg, El Hombre de la Rosa, Mauro Enrique Lopez Z., ElidethAbreu, alicia perez hernandez

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