Usted me desvela el asombro,
como una constelación recién descubierta
que surge en el firmamento del destino
cuando el alma, cansada de inviernos,
se atreve a mirar de nuevo hacia los dioses.
Sin buscarla, vino a encontrarme,
como si Eros, travieso y decidido,
arqueara su flecha desde la sombra
para herir de luz
el centro exacto de mi duda.
Le hago el amor en mi mente,
no con piel,
sino con el fuego sutil de Prometeo,
esa chispa indomable
que convierte el pensamiento en llama
y al deseo en templo secreto.
Somos espíritus rozándose a distancia,
como dos cometas de Hermes
uniéndose en la altura del viento,
reconociéndose por la música del vuelo
y la antigua memoria de sus alas.
Si esto es amor, que Chronos se detenga,
que cada palabra sea un pétalo de Ambrosía
suspendido en el banquete del aire.
Que la distancia no sea muralla,
sino el puente forjado por Hefesto
entre su mundo y el mío,
tan fuerte que hasta la duda lo cruza
y se queda sin aliento.
Porque si hacer el amor es esto:
un prodigio que germina en la mente
y se refugia donde el universo calla,
entonces que las Moiras se distraigan,
que nunca escriban la última hebra
de este poema que insiste en florecer.
Y si alguna vez desea continuar esta mitología íntima, solo llame y el verso acudirá.
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Autor:
Miguel Aiuqrux (Seudónimo) (
Online) - Publicado: 28 de octubre de 2025 a las 17:53
- Categoría: Sin clasificar
- Lecturas: 2
- Usuarios favoritos de este poema: ✏️...Ana

Online)
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