New York. Latido de acero y alma

Allí... 

Donde el cielo se confunde con hormigón, acero y esperanza.

En donde la gran ciudad muda su piel con la llegada de cada estación.

Donde el invierno de Brooklyn convierte sus calles en espejos de cristal, cuando los copos de nieve caen silenciosos sobre las calles silentes y sin prisa.

En donde se espera que el tiempo de verano arda en los parques y las esquinas confundidos con  los taxis amarillos de Manhattan.

Donde el éxtasis de la vida se involucra sin medida entre voces felices y risas infantiles que se pierden bajo el canto de las aves que vienen, van y desaparecen.

Allí...

Donde el alma se agita entre arboles pintados del otoño que cubre con pinceles aquel Bronx de fuegos, caricias y nostalgias.

O en las primaveras de Queens que llegan leves con su promesa de un nuevo renacer que se pierde entre los puentes, parques y estaciones del metro. Que se añora.

¡New york!

Ciudad altiva, dueña y señora de sueños y deseos.

Tierra que atestigua bienvenidas, adioses y  regresos.

Reflejo de mis pupilas.

Del trabajo duro. De jornadas incansables por la lucha de vivir digno entre el crisol de quien la habita

Allí... 

Perdido en bibliotecas en donde la sabiduría se expresaba en el silencio y los días se convertían en páginas que aun ojeo con el alma.

Ciudad que convertí en mi casa, mi escuela y mi refugio.

Espejo de mis pasos y distancias.

Ciudad de amigos sin fronteras que se unen en fuertes carcajadas o lágrimas de melancolía ante la distancia a casa.

Hoy.

Vuelves a mi como aquella canción que nunca envejece porque me da vida.

Vuelves, porque tu latido resuena aun fuerte en mi corazón.

Porque no olvido mis días perdido en tus entrañas.

Ni el perfume denso que se pierde tras tus puentes y avenidas.

Y es que te siento tan mía...

Cuidad de los encantos.

Que solo con volver en mi memoria late en mi mundo la certeza que te conservo conmigo como el primer día.

Porque cierro mis ojos

Y..

Caminas aun. En mi memoria.

Rafael Blanco López

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