Estoy siendo viejo.

Emilio Barrios

Estoy siendo viejo, ya lo sé; no lo dicen mis arrugas o mis ojos de gallo o por el blanco de mi cabello.

Tampoco por mis dolores en las rodillas ni en la cintura o por el chico del autobús que me dio el asiento mirándome con cara de lástima.

Simplemente siento sobre mí el paso del tiempo con las pocas guerras ganadas y las muchas pérdidas.

Estoy siendo viejo por el cambio en mi forma de pensar y ver las cosas; ahora camino despacio, ya no voy de prisa.

Pienso antes de hablar y tomo decisiones con sabiduría y sobre mis hombros llevo todo tipo de heridas.

Desde las más superficiales hasta las más profundas que me recuerdan a cada tipo de persona con quien me cruce a lo largo de mi vida.

Hoy ya no grito de rabia, todo lo tomo con calma como bebo mi café por las mañanas, bien caliente, y respondo cuando quiero, no cuando debo.

Ya no persigo sueños, soy dueño de mi tiempo, que por cierto se va perdiendo entre recuerdos y nostalgias, entre risas y lágrimas.

Conocí el sabor dulce del amor, y también el sabor amargo del engaño; aprendí a no insistir y no quedarme donde no encajo.

Estoy siendo viejo no porque me cuesta caminar más distancia, sino porque en mi interior llevo tranquilidad y calma.

Aprendí a vivir en soledad y hablar con mi silencio, comprendiendo que no todo en la vida es cielo o infierno, que también hay término medio.

Ya no espero que se disculpen conmigo por algo que me hicieron; si fue porque me lo merecía, lo acepto y, si no, igual lo entiendo.

Estoy siendo viejo porque la música de hoy es cualquier cosa, carece de sentimientos e ideas; ya no se canta para la mujer, solo a objetos y cosas.

Estoy siendo viejo porque ahora mastico saboreando la comida, llevando cada bocado como si fuera el último del día.

La vista se me nubla y uso lentes; extraño leer cartas y las visitas de las familias que antes lo hacían por placer y no por interés.

Las personas han cambiado mucho desde que llegó lo que ahora llamamos Internet; ya no hay conexión humana, solo por redes y cables.

Antes no existían celulares ni tablets; simplemente recorrías largos caminos observando paisajes para conversar con alguien.

Por todo esto me di cuenta de que estoy envejeciendo y, por primera vez en mi vida, ya no deseo nada más que mi propia paz.

  • Autor: EMBAR (Seudónimo) (Offline Offline)
  • Publicado: 28 de octubre de 2025 a las 09:47
  • Categoría: Reflexión
  • Lecturas: 1
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