թօҽตα 22
Te miro distante y ausente
sobre la colina de tus muslos
y en tu boca comienza el mar
con las olas que traen tus besos
con su antigua costumbre de hundirlo todo.
Porque tú eres el relámpago que no cae en mi camino
La estación que no llega.
La vieja banca de un parque
que los árboles escondieron del tiempo.
La palabra que muerde en la boca el viento y aun así, te nombra.
Y entonces, amor, hoy
cuando la noche se incline sobre tu espalda y duerma
el mundo se callará para escuchar lo que ocultas
y yo aquí seguiré escribiéndote
para que no me leas.
Y cuando me dejas, amor,
el fuego pierde su respiración ardiente.
Entonces tan sólo queda la ceniza de tu nombre,
fluctuando en el aire
como una hoja que eternamente cae.
Y si el amor fuera una metáfora que arde
que se queme entonces todo en cada verso,
que todo se consuma en cada hoja de tristeza absoluta
que se eleve todo, como tú,
en la ceniza que canta
y en el polvo que recuerda y olvida.
Porque tú serás para siempre
la noche que me nombra,
la sol que no se oculta,
la mujer que en su silencio
me enseñó a escribir.
Y así, amor mío,
te he amado más de la cuenta:
en lo que nunca será
en lo que dejará de ser
en lo que no fui.
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Autor:
ղҽցαԵíѵҽ ตαղ 🍃 (Seudónimo) (
Online) - Publicado: 28 de octubre de 2025 a las 01:15
- Categoría: Sin clasificar
- Lecturas: 2

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