Rebobinar El Olvido

William26🫶

Rebobinar el olvido

(Wcelogan)

 

Hoy devolví el casete que guardaba mi pasado.
No era una cinta cualquiera:
era una reliquia doméstica,
un pedazo de voz atrapado en el polvo,
un eco de lo que fuimos
antes de saber que el tiempo tenía bordes filosos.

Lo sostuve un instante entre los dedos —estaba frío,
como si la voz se hubiera congelado—
y, aun así, me devolvía a mí mismo.

La carátula estaba rota, amarillenta,
una sonrisa desgastada de tanto fingirse amable.
Al ponerlo sobre el mostrador,
oí el golpe seco del plástico contra la madera:
el sonido exacto de una despedida tardía.

Nadie dijo nada.
El dependiente apenas levantó la mirada,
como si en su rutina de objetos sin alma se le escapara
que estaba recibiendo un corazón embobinado en cinta magnética.
Tenía los ojos de quien ha olvidado
que los objetos también lloran.

Yo lo supe:
ese casete guardaba un latido que los bytes no reproducen,
el vértigo de lo que nunca se grabó para ser buscado.

En la cinta vivían risas torpes,
discusiones grabadas sin querer,
una canción que ya no suena igual en ninguna parte.
También el rumor de la calle en un día que creíamos eterno,
el ladrido de un perro que tal vez ya no existe,
y, sobre todo, tu voz —joven, indomable—
pronunciando mi nombre con ironía y promesa.

Recordé las caminatas con los zapatos rotos,
las tardes de lluvia donde todo tenía sentido
precisamente porque no lo tenía.
Había un modo de vivir en aquel desorden,
una inocencia casi criminal:
robábamos minutos al futuro
como quien roba fruta madura
sin pensar en el árbol ni en el dueño.

Creíamos, ingenuos,
que el mundo se podía grabar en un casete,
rebobinar, volver a empezar.

Pero no.
El mundo se deshace sin aviso.
Nosotros solo alcanzamos a mirar los fragmentos,
como cintas que se estiran y rompen.
Uno termina devolviendo lo que amó
sin saber muy bien a quién.

Dejar un casete
es dejar una versión de uno mismo
que ya no se sostiene:
una piel muda en la estantería del tiempo.

Salí de la tienda con el corazón encendido de ausencia.
La tarde, gris, parecía una fotografía sin enfoque.
Pensé en volver por él, pero no.
Comprendí que hay cosas que no deben rebobinarse.

Caminé sin rumbo y, por un instante —solo uno—
me pareció escuchar tu voz, deformada por la distancia.
Decía lo que sabíamos desde el principio:
ninguna grabación salva del olvido,
pero algunas nos enseñan
a reconocernos en el desvanecer.

  • Autor: Wii (Seudónimo) (Offline Offline)
  • Publicado: 28 de octubre de 2025 a las 00:25
  • Categoría: Reflexión
  • Lecturas: 4
  • Usuarios favoritos de este poema: JUSTO ALDÚ
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